Manifiesto de Jaime Aránguiz, deportista: “El bádminton fue el deporte que me enamoró”


Empecé jugando handball en silla de ruedas. Con el tiempo fui interiorizándome y conociendo distintas disciplinas: pasé por el básquetbol, por el atletismo hasta que -en el 2014- conocí el bádminton y desde ese entonces no me salí más. Fue el deporte que me enamoró.

Fue súper extraña la forma en la que entré al deporte. Yo iba a la universidad y un día bajando de la micro, un chico me dijo: “Oye, ¿te tincaría hacer deporte paralímpico?” y me explicó que era lo mismo que el deporte convencional, pero en silla de ruedas. Yo le dije que a mí me gustaba el tenis de mesa y me aseguró que en el centro había, pero cuando fui, resulta que no había tenis de mesa, sólo handball. Él quería reclutarme para el equipo. Ahí me metí a jugar.

El handball me gustó mucho, porque era lo que podía hacer con mi discapacidad para pichanguear y necesitaba esa experiencia de equipo. Pero el handball no es un deporte paralímpico oficial, todavía no está reconocido, entonces sabía que no iba a poder profesionalizarme en él.

Fue una amiga de handball quien me dijo que tenía pinta para el bádminton. Yo no sabía qué era eso y pensé en el deporte de las raquetas del supermercado que te regalaban cuando uno era chico. Acá en Chile nadie hacía. Me decidí a probar y contacté a mi actual coach (José Muñoz), que es entrenador de bádminton convencional, para proponerle la idea. Le dije que tenía ganas de practicar con él, pero que no tenía idea de cómo era ese deporte paralímpico. Me respondió: “Ya, arriesguémonos y probemos”. Me aceptó y no me fui más.

Tengo osteogénesis imperfecta, que se le conoce como la enfermedad de los huesos de cristal, y por cualquier movimiento o dificultad podía fracturarme. La enfermedad no tiene cura, pero sí tiene un stand by y a los 15 años dejé de fracturarme constantemente, aunque me quedaron las secuelas de las fracturas anteriores. Tengo 76 fracturas sólo en las piernas, por eso tuve piernas con deformaciones y tuvieron que hacerme varias cirugías de corrección. A pesar de eso mi mamá me dejó entrar a los Scouts, salir con amigos, ir a carretear. Muchas veces llegaba fracturado a la casa y decía: “Bueno, es una más. Hay que ir al médico”.

Estudié ingeniería en informática, pero no me gustó mucho y me cambié. Soy analista programador, esa carrera sí la terminé.

El Campeonato Mundial (Tokio 2022) fue fantástico. Fue en uno de los países que yo soñaba visitar, entonces todo se juntó: el deporte que me gusta, el país que me gusta, que es además donde se creó el bádminton.

Yo soy súper cuadrado, muy disciplinado. Entreno ocho horas diarias y estoy todo el día en esto, porque yo lo veo como un deporte de alto rendimiento. Este es mi trabajo y gracias a él yo puedo mantener a mi hija. Le debo mucho a este deporte.

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