“Era como Rocky contra Iván Drago”: la inspiración de Nicolás Massú para dar vuelta el partido ante Mardy Fish y ganar el oro en Atenas

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Nicolás Massú, besando la medalla de oro que obtuvo tras derrotar a Mardy Fish en la final de Atenas 2004. Foto: Max Montecinos.

Hoy se cumplen 19 años del inolvidable encuentro que consagró al viñamarino como el único deportista chileno en tener dos preseas doradas en unos Juegos Olímpicos, las únicas en la historia del país. Aquí, el relato de cómo revirtió un escenario que parecía muy adverso. "Pasé a ser parte de la historia del deporte mundial", recordó.



Hoy se cumplen 19 años de un momento histórico en el deporte nacional. La noche del 22 de agosto de 2004, Nicolás Massú se transformó en el primer y único chileno en ganar dos medallas olímpicas. Si la jornada anterior, que terminó en la madrugada de ese domingo, había logrado una hazaña épica junto a Fernando González, coronándose en el dobles ante los alemanes Nicolas Kiefer y Rainer Schüttler tras salvar cuatro puntos de partido, lo que vendría en esa jornada en Atenas sería la coronación absoluta de la leyenda del viñamarino.

Con muy poco descanso tras extenuantes cinco sets en la final de duplas, el desafío para el Vampiro, 14º del mundo en ese momento, era sobreponerse al cansancio de una semana durísima, en la que había derrotado a Gustavo Kuerten (20º), Vincent Spadea (23º), Igor Andreev (52º), Carlos Moyá (4º) y Taylor Dent (28º).

Al frente, un rival como Mardy Fish (35º), que llegaba mucho más fresco y con la motivación de haber remontado un encuentro imposible ante Fernando González (21º), quien tuvo la mala suerte de torcerse el tobillo derecho cuando tenía el juego bastante controlado y con un set de ventaja.

Luego de ganar el primer set por 6-3, Nico parecía no tener problemas. Sin embargo, el estadounidense comenzó a levantar su nivel y el chileno comenzó a quedarse sin bencina. Rápidamente, el norteamericano no solo niveló el partido quedándose con la siguiente manga por 6-3, sino también con la tercera, por 6-2. A esas alturas pocos apostaban por la hazaña de una remontada, a pesar de sus antecedentes en situaciones similares. Pero fue precisamente ahí, en el peor momento, donde Massú demostró estar hecho de una madera distinta.

“En el cuarto set el árbitro se equivoca en una pelota. Fue una equivocación dura, una pelota que pegó medio metro adentro y la cantó mala. Yo estaba en un momento complicado, la gente empezó a silbar y después todo el estadio me apoyó. Ahí me arranqué de la cabeza el tema del cansancio y empecé a pensar en sacar todo adentro y a gritar los puntos”, relató el actual capitán de Copa Davis, en una entrevista con El Deportivo, en 2014, nada menos que en su regreso a Atenas por primera vez después de aquella mágica jornada.

En aquel viaje por la capital griega, también reveló lo que hizo para enfrentar ese quinto parcial que lo catapultó a la gloria. “Cuando gané el cuarto set, era una pelea hasta el final. Era como Rocky contra Iván Drago, en Rocky IV. Era el último round. Me fui al baño, me miré al espejo y le pegué un manotazo a la pared. Me mojé la cara y me miré: ‘Es ahora o nunca. A lo mejor nunca más en tu vida vas a estar en este momento’”, recordó.

Nicolás Massú, festejando su victoria sobre Mardy Fish. Foto: Max Montecinos.

Posteriormente, prosigue con otro momento emotivo. “Y luego me dije: ‘Anda y lucha hasta el final, hasta morir’. Salí corriendo y sé que Fish me miró. Yo jugaba mucho con la visualización de las personas, es algo que me enseñaron los psicólogos desde chico. Nadie aseguraba que iba a ganar, pero con esa actitud, por lo menos, el tipo iba a saber que yo le iba a luchar y si había que jugar tres horas más, había que jugar. Sabía que, si jugaba bien y tenía mi posibilidad, iba a ganar. Le quebré una vez y gané el partido”, reveló.

La gloria

Y tal como se lo prometió, Massú cumplió. Eso sí, sufrimiento estaría presente hasta el final. Comenzó con un quiebre inmediato en ese quinto parcial. Sin embargo, no pudo conservar su servicio y el oriundo de Minnesota recuperó de inmediato la ruptura. No obstante, el chileno sabía que no podía dejar ir ese momento y en el quinto juego logró el break definitivo. Luego, una devolución ancha del rival desató la fiesta total de una jornada inolvidable para el deporte chileno.

El hito caló muy hondo en Nicolás Massú, porque lo puso en otro sitial, lo que él mismo agradece. “Cuando empecé, quería pasar a la historia por lo que hacía. En 2003 estaba cerca del top 10 y ahí ya estaba en un rango importante dentro del tenis mundial. Pero cuando gané los Juegos Olímpicos pasé a ser parte de la historia del deporte mundial. Es otro estatus. A lo mejor, a una persona le puedes decir que ganaste tal torneo, pero si no entiende de deporte no sabe lo que es. En cambio, si dices que ganaste dos medallas de oro en los Juegos Olímpicos, lo sabe cualquier persona. ¡Hasta un niño! Por eso en la última pelota contra Fish pensé: ‘No importa lo que pueda pasar mañana, déjame ganar este punto, porque así me puedo morir tranquilo’”, confesó.

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