El día en que la Reina Isabel II asistió a ver un clásico universitario en el Estadio Nacional

Leonel Sánchez le entregó un ramo de flores a la Reina Isabel en uno de los palcos del Estadio Nacional. Ello sucedió en noviembre de 1968, en el contexto de un clásico contra Universidad Católica.
Leonel Sánchez le entregó un ramo de flores a la Reina Isabel. Foto: La Tercera.

En el marco de su visita a Chile en noviembre de 1968, tras la invitación del ex presidente Eduardo Frei Montalva, la monarca fue protagonista en el duelo que terminó igualado sin goles.



Reino Unido lamenta su partida. Este jueves se dio conocer en un comunicado oficial la triste partida de la Reina Isabel II, a los 96 años.

“La Reina murió pacíficamente en Balmoral esta tarde. El Rey y la Reina permanecerán en Balmoral esta noche y regresarán a Londres mañana”, decían desde la cuenta oficial de la familia real.

La relación de la reina con Chile se remonta a la visita que sostuvo en 1968 después de recibir la invitación de forma directa por el expresidente Eduardo Frei Montalva. En su estadía en territorio nacional, Isabel II, acompañada por su marido, el príncipe Felipe, aprovechó de recorrer distintas zonas de la capital.

Clásico Universitario

Uno de los hechos más recordados fue la cena que sostuvo en la casa del presidente Frei Montalva con la participación de autoridades de la época. Luego de esto, se dirigieron hacia el Estadio Nacional para presenciar el clásico entre Universidad de Chile y Universidad Católica válido por el torneo nacional y que terminó igualado sin goles. Además, el entretiempo sirvió para mostrarle a la Reina un espectáculo preparado para ella.

La prensa de la época destacó este encuentro al coliseo de Ñuñoa. La revista Estadio escribió en su editorial que “tanto como en sus títulos mismos, su condición de reina reside en su natural distinción, en su apostura congénita, en su elegancia innata y en su sonrisa. Estuvo en el Estadio Nacional y éste se convirtió en un trono más para ella. El público del estadio, acostumbrado a rendir homenajes a quienes saben impresionarlo exponiendo en el campo del deporte sus virtudes humanas de selección, como nunca vibró con la soberana que lo visitaba”.

Los miles de pañuelos y las luciérnagas en la noche fueron actos sencillos de homenaje, pero realizados con tanta espontaneidad y, podría decirse, con tanta unción, que resultan de los más inolvidables vividos en nuestro primer coliseo. Cuando se dejó oír la tierna voz de una muchachita de colegio de cortos años, cuya figura, por contraste con el inmenso óvalo bullente que la rodeaba, cobraba impresionante majestad, el público comprendió de inmediato y reaccionó con prontitud. Surgieron 70.000 palomas blancas batiendo sus alas, como lo deseaba la niña, y miles de estrellas iluminaron la noche titilando en la oscuridad”, continúa el relato.

“Muchos homenajes habrán recibido la Soberana de Gran Bretaña y el Príncipe Felipe en su gira, pero es seguro que han de guardar ambos un emocionado recuerdo de estas escenas vividas en Chile. Es que el pueblo nuestro les brindó algo diferente. La sensibilidad de nuestra gente, ese sexto sentido que posee el chileno para reconocer a los auténticos valores, hicieron que un puente de plata se alzara pronto hacia las visitas reales. Y la sonrisa de Isabel II supo llegar y transmitir una imagen que todos los hombres del mundo tienen de las reinas desde la niñez. Esta imagen, gracias a ella, cobró vida de pronto entre nosotros”, finalizan.

Aunque no todos quedaron conformes con el espectáculo. La misma revista indicó que “no estuvieron tampoco afortunados, esta vez, los encargados del espectáculo que complementa el Clásico. Para mostrarle á la reina Isabel ‘la cultura del público que va al estadio’, se eligió la escenificación de uno de los más hermosos cuentos de Oacar Wilde, ‘El Principe feliz’, que lleva aparejada a su poesía y a su ternura, la inadaptabilidad para una presentación como las que se hacen en estas ocasiones”.

“No nos parece que S. M. y el duque se hayan entretenido mucho con este ‘príncipe feliz’, que conocen muy bien, ni hayan entendido una palabra del hermoso diálogo de Wilde traducido al castellano”, prosiguen.

Y añaden que “la pretenciosa intención fracasó, como tenía que fracasar, porque no correspondía a la oportunidad, porque tratándose de una delicada historia, no reunía los elementos indispensables ni siquiera para entretener”.

Por último indican que “mucho más adecuado, nos parece, habría sido presentarle a la real visita algo nuestro, algo de mayor colorido, aun cuando hubiese sido necesario ‘reponer en escena’ algunas de las muchas y muy buenas producciones que el mismo Rodolfo Soto (director de teatro a cargo de los despliegues artísticos que se solían mostrar) presentó en clásicos anteriores.

En cuanto al partido, este fue de bajo nivel de acuerdo a la crónica de Estadio, la que aludió a “esa gente que se retiró aburrida, molesta, entristecida en el descanso” y mencionó que “para mucha gente, que se retiró antes del término, el Clásico no es un partido más”.

A su vez, La Tercera destacó en su portada: “el fútbol rindió anoche un emotivo homenaje a la Reine Isabel II. Y para tal misión, nada mejor que uno de los más representativos del balompié nacional, Leonel Sánchez. Allí está Leonel, con su mejor sonrisa y el pecho henchido entregando a la Reina un impresionante ramo de flores. El fútbol cumplió con la reina. Ceremonia que quedará grabada como recuerdo perenne en el corazón de todos los aficionados chilenos. ¡Viva la Reina! gritaron los chicos de la popular”.

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