Matías Ramírez (PC): “Ha sido difícil generar una convivencia general más tranquila en el Congreso”

Diputado Matías Ramírez (PC)

El diputado comunista aborda su debut en el Congreso. Si bien dice que ha sido más sencillo entablar diálogos con la DC y el PPD, asegura que "las alocuciones que hacen los republicanos generan cierto asombro cada vez que hacen apología al negacionismo o critican la igualdad de género".


Matías Ramírez (38) dice que ser parlamentario no ha sido fácil. En esta entrevista, donde comenta su debut en el Congreso, el diputado comunista asegura que “uno va dejando atrás ciertas ideas preconcebidas, bemoles y también se conoce un lado más humano” de sus pares.

Ramírez es abogado de profesión, anteriormente fue concejal de Iquique, comuna a la que en 2021 ofreció su candidatura como alcalde, obteniendo la segunda preferencia con un 22,1%, lejos del 46,3% que consiguió el actual edil de la localidad, Mauricio Soria.

Hoy es parte de los doce diputados del PC que están presentes en la Cámara. Pese al logro de ser electo como congresista, el legislador reconoce que hubo ciertos momentos incómodos que involucraron tanto al oficialismo, del cual es parte, como a la oposición.

¿Cómo resumiría su primer año dentro del Congreso?

Ha sido un año de aprendizaje, de conocer bien el proceso legislativo y el trabajo en las comisiones. Además, viniendo desde los movimientos sociales, de la dirigencia estudiantil, ha sido un año complejo, considerando que asumimos como oficialistas y eso también le da otro matiz.

¿Hay algún grupo político que le haya sorprendido?

Las alocuciones que hacen los republicanos generan cierto asombro cada vez que hacen apología al negacionismo o critican la igualdad de género. Son cuestiones que a veces a uno le chocan, pero que es parte de la diversidad que hay en el Parlamento.

Sobre su trabajo actual, ¿dónde encuentra mayores diferencias entre lo que usted hacía y lo que hace ahora?

Diferencias hay muchas. Antes me dediqué al ámbito de la litigación como abogado y tenía cierta certeza de los resultados, se podían manejar siempre las situaciones. En la Cámara de Diputados eso es ajeno. Muchas veces uno puede impulsar un proyecto y el resultado nunca va a ser el esperado o el resultado final. Además, se requiere un trabajo colectivo importante, distinto al mundo de la litigación en que uno puede ser abogado y trabajar solo. En el Congreso, obligatoriamente tienes que aprender a hacer redes, no solamente dentro del partido de uno, sino que también dentro de otros parlamentarios afines para poder impulsar proyectos.

Ese roce con otras personas, ¿es como lo esperaba?

Atendiendo a las particularidades de distintos parlamentarios, ha sido difícil generar una convivencia general más tranquila (en el Congreso). Para mí, en particular, ha sido fácil entablar diálogos con personas que en algún momento podía ver con algo de distancia, como de la Democracia Cristiana (DC) o del mismo Partido por la Democracia (PPD), inclusive con personas de la oposición. Es difícil asumir, en el sentido de que el trabajo legislativo está muy arreglado, muy enfocado. Muchas veces las solicitudes de las personas que a uno les toca representar no están vinculadas directamente al trabajo legislativo. Ha sido una grata experiencia, más allá de las dificultades que todos los diputados de regiones compartimos, que es el traslado constante. Eso lo hace mucho más complejo, el estar viajando todas las semanas.

Usted ha sido contrario a los estados de excepción, moción que ha sido levantada desde el gobierno.

No es que uno sea contrario a la decisión del gobierno, sino a las fundamentaciones que hay detrás. En el último tiempo en nuestro país se ha avanzado en normalizar lo excepcional. Cuando uno ve que en seguridad pública la única solución es utilizar las Fuerzas Armadas, que no tienen ni formación en seguridad pública ni tampoco en derechos humanos para hacerse cargos de esa tarea, se cae en un error que puede traer coletazos a este tipo de decisiones. Sé que en la zona norte ha sido un canto casi unísono entre los distintos parlamentarios, pero hay que hacer los trabajos de otra forma. Normalizar la excepcionalidad nos puede llevar a situaciones que nadie quiere ver.

¿Cómo ve que fluye la relación de Apruebo Dignidad y Socialismo Democrático al interior del Congreso?

En las comisiones que me ha tocado estar hemos tenido un trabajo bastante fluido con todos los parlamentarios. Creo que ha habido una comunicación bastante fluida, los espacios colaborativos se han dado. Obviamente, siempre puede haber algún diputado de alguna coalición que se escape de esta regla general, pero, sí ha existido un trabajo y reconozco que me ha tocado estar con gente de la DC, del PPD, del PS (Partido Socialista), algunos RN (Renovación Nacional) y que eso ha permitido más facilidades para la labor legislativa. Más allá de ciertas dificultades, ha sido un año de harto aprendizaje, que permitió generar puentes de trabajo con distintos actores políticos.

La diputada Molina -en conversación con este especial- recalcó que las relaciones con el Frente Amplio y el PC han sido “tremendamente positivas”.

Trabajar con la diputada Molina es sumamente fácil y cómodo, no solamente por su experiencia, sino también porque sabe reconocer los puntos de vistas distintos o ajenos que no son muy conocidos. Sin duda que con ella existe una muy buena relación, pero también con Marta González, que preside la comisión de Gobierno e Interior. No ha habido ningún inconveniente en el trabajo legislativo con ella. Si uno quiere ir más allá, con la DC y con Alberto Undurraga también existen varios puentes y ha habido una comunicación bastante fluida.

¿Eso le ha librado de prejuicios que tenía sobre parlamentarios?

Sin duda. Uno va dejando atrás ciertas ideas preconcebidas, bemoles y también se conoce un lado más humano de las personas que están al interior del Congreso.

¿Como cuáles?

Yo tengo una diferencia etaria importante con la diputada Molina. Cuando ella era ministra de los gobiernos anteriores, la veía de una manera más distante. Obviamente que al conocerla en el Parlamento me di cuenta que tiene una faceta mucho más cercana de la que uno esperaría. Poniendo un ejemplo, para graficarlo bien, cuando asumí, en la primera semana, ella se enteró de que soy celíaco, intolerante al gluten. A la semana después, me regaló un par de productos comestibles para celíacos. Ella se había preocupado de ello. Creo que son detalles que muestran que uno puede haber tenido un prejuicio de esa persona y al final te das cuenta que tiene un lado bastante más amable, humano.

¿Y cuál ha sido el momento más duro?

Cuando se plantean discursos que hablan del negacionismo respecto de las violaciones a los derechos humanos en nuestro país. Si bien no son situaciones que a uno les tocó vivir, sí me ha tocado conocerlas. Me dediqué durante mucho tiempo a ser abogado de víctimas de violaciones de derechos humanos en el campo de concentración de Pisagua. Son momentos duros porque muestran cierta inhumanidad por parte de un sector político. Hasta el momento, eso ha sido lo más difícil.

¿Le frustra que existan esas situaciones?

Sin duda. Cuando no establecemos un piso mínimo de conversación o de discusión, reconociendo los derechos humanos y la historia de nuestro país, se hace mucho más difícil avanzar en una discusión que la ciudadanía quiere ver en temas de educación, en temas de salud, de vivienda, de pensiones. Cuando existe esta abnegación a lo más básico, no solamente se genera una frustración, sino que un grado de impotencia importante porque te das cuenta que no hay posibilidad de establecer un diálogo franco con ese sector en particular.

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