Mon Laferte: “Se han dicho tantas cosas de mí, que soy comunista, que soy capitalista, que soy feminazi… ¿por qué tanto odio?”

Mon Laferte: “Se han dicho tantas cosas de mí, que soy comunista, que soy capitalista, que soy feminazi… ¿por qué tanto odio?”

La artista chilena más exitosa a nivel internacional habla con Culto de la gira que la trae al país, de las desafiantes letras de su último álbum, de la polémica de su reciente video y revela lo que podría pasar en un par de años con su carrera: "Me imagino en un futuro no haciendo música".


Mon Laferte (40) cuenta que, tras el nacimiento de su hijo Joel en febrero de 2022, algunos seguidores apostaban a que no sólo su vida personal adquiriría otras direcciones; también vaticinaban que su brújula creativa podía apuntar hacia otros rincones: “Hay gente que pensaba: seguro que como ahora Mon es mamá, va a hacer un disco más maternal. Va a escribir canciones a su bebé o algo así. Y no, no me dieron ganas de escribir canciones para mi bebé. Y sí, le he escrito cosas, pero se las canto a él. Todavía no tengo ganas de publicar un disco de eso. A lo mejor en el futuro sí, quién sabe”.

Efectivamente, la cantante chilena de mayor suceso internacional en la última década optó por un capítulo artístico muy distinto, quizás el más atrevido de su carrera, materializado en un álbum -Autopoiética, estrenado en noviembre pasado- que entrelaza letras provocativas y desafiantes, de elocuente autodeterminación y humor negro, con lenguajes tan disímiles como la electrónica, el trip hop, el bolero, la salsa, el tango, la cumbia rebajada o el reggaetón.

(Foto: Instagram @monlaferte)

Un ejercicio de libertad plena y disruptiva que fue destacado por distintos medios entre lo mejor de la última temporada y que tuvo consabidas polémicas en singles como Pornocracia, con un video explícito donde la cantautora vuelve a poner acento en uno de los tópicos que ha determinado su obra: el amor en su faz más tórrida e impúdica.

“Siempre he cantado sobre sexo. Es un tema que me importa mucho”, admite en este diálogo con Culto desde México.

En estas semanas, a Laferte le ha tocado salir a defender en vivo tal collage de sonidos y principios, con un tour que partió el 29 de febrero en Puebla, México, y que pasará multiplicado por cuatro por Chile: 8 de abril en el Estadio Sokol, de Antofagasta; 10 de abril en el Movistar Arena, de Santiago, 12 de abril en el Suractivo, de Concepción; y 13 de abril en la Quinta Vergara, en su natal Viña del Mar (entradas en Puntoticket).

“Esta gira ha sido todo un crecimiento bastante importante en mi carrera. Creo que llevé el en vivo un poquito más allá en el concepto. Hay un diseño de escenario que lo hizo un artista argentino, Nicolás Boni, que trabaja en escenografía, pero de ópera. Entonces, en la puesta en escena tengo bailarines. Nunca había tenido bailarines, me siento muy popstar con sus bailarines. Pero son bastante distintos al estereotipo del bailarín en los conciertos, porque son hombres muy distintos entre sí, de distintas edades, la diversidad de los cuerpos también está presente”.

“Y en arreglos musicales también es bastante distinto, ha sido un desafío, no tengo todo todo en vivo como lo hice en algún momento en otras giras, que viajaba con más de diez músicos sobre el escenario. Ahora, como es más electrónico, hay mucho que ya está listo. Y hay un momento que es más electrónico, un momento más acústico donde regreso a la guitarra, y así”.

-Este disco es un gran rompecabezas de estilos. ¿Qué es lo más difícil de llevar géneros musicales tan distintos a un espectáculo en vivo?

De hecho, en este álbum hay bastantes canciones donde usé recursos de distorsión de voz, tanto el auto-tune como el pitcheo. Entonces, lo quería hacer en vivo. Tuve que aprender a cantar con estos efectos, nunca había cantado con estos efectos con mi voz en vivo. Es totalmente distinto. Quiero decir, hay que aprender a cantar con auto-tune. No cualquiera lo puede hacer. Hay gente que te dice ‘ay, cualquiera su sube, le ponen un auto-tune y ya canta’. No no no. Hay que aprender a hacerlo. Es una técnica.

-O sea, eres una defensora del auto-tune.

Yo sí. Primero, pienso que cada quien tiene que hacer lo que se le dé la gana. Yo no estoy peleada con eso. Segundo, hay artistas que su discurso va más por lo estético, por las letras, por el baile, por lo sexual, y está bien. Y hay otros que se defienden detrás de una voz y eso también está bien. O sea, yo creo que hay espacio para todo tipo de artistas. Y yo estoy usando el auto-tune en las canciones de este disco, en algunas, no en todas, como un recurso estético. No porque lo necesite.

“Porque por ahí alguien me dice ‘pero Mon, para qué, si tú no necesitas hacer auto-tune’. Es que no es que lo necesite o no; es que me gusta como suena. Aparte el auto-tune es viejísimo, yo escuché a Cher cantando con auto-tune y Cher tampoco lo necesita. Ella tiene una de las voces más maravillosas del mundo y lo usó hace 20 o 25 años”.

-¿Qué hizo clic en tu carrera, o en tu vida, que llegaste a un disco como Autopoiética, quizás el más variado y desprejuiciado que has hecho?

Es algo que ya lleva varios años. Y hablando sólo del auto-tune, tenía ganas de usarlo. Yo una vez fui a ver un concierto de The Weeknd y él invitó a Travis Scott al escenario. Y él hizo una cosas maravillosas con el auto-tune, yo quedé súper impactada. Dije ‘guau, cómo hace esto, cómo lleva su voz a ese lugar, cómo una cosa totalmente máquina, una base electrónica y una voz totalmente procesada, me hacen sentir esto’.

“Se me puso la piel chinita. Crea todo un momento la atmósfera, las luces, todo, y yo ya venía con la idea de hacerlo, pero finalmente otra cosa me llamaba más la atención. Se me atravesó la pandemia, estuve encerrada en casa en un pueblito en México y me puse a tocar la guitarra, hice un álbum más de cantautora mezclado con lo mexicano. Entonces, me fueron pasando cosas en el camino y no lo usé no más. Pero siempre tenía el bichito. Yo por inquieta, porque siempre quiero estar haciendo cosas distintas. A lo mejor no estoy inventando nada nuevo, ya todo está muy hecho, todo existe. Pero en mi universo, por inquieta, siempre quiero estar haciendo algo distinto en relación al disco pasado”.

Esa soy yo

Quizás el corazón del reciente título de la chilena sea el tema No + Sad, un reggaetón duro y machacante donde repasa todos los calificativos que le han plegado sobre su figura pública en los últimos años. La conclusión es obvia: Laferte ni pasa inadvertida ni genera puntos grises.

“Tetas caídas/ Que es una gata/ Illuminati, quiere la plata/ Que es comunista/ Es masoquista/ Yo no le creo, es capitalista/ Que es una zorra/ Que es demoniaca/ Terrible flaite la pinche naca/ Que es feminazi/ Esa maraca/ Está más vieja, ya no está flaca”, es parte de la letra.

A todo ese largo listado, la artista radicada en México podría sumar en los últimos días otros apelativos. El cantante chileno Pablo Herrera, en un webshow junto a Patricia Maldonado, criticó duramente el tono frontal y sexual del videoclip de Pornocracia. “Cuando tienes 16 millones de seguidores, como tiene ella, quieras o no eres responsable de tus actos, no te puedes ir al chancho. Eres la Mon Laferte, eres alguien importante”, concluyó el autor de Amor amor.

-¿Qué es lo que quisiste provocar con No + Sad? Efectivamente parece una descripción de todo lo que se ha dicho de ti en el último tiempo.

Sí, obvio. A ver, No + Sad es una canción de mucho sarcasmo. Yo siento que toda mi música tiene mucho humor negro. No sé si todos lo alcanzan a percibir, pero tiene mucho. Me han dicho tantas cosas, en la vida y en las redes sociales. Y se han dicho tantas cosas de mí, que las puse todas en esa canción. Me río un poco.

“Porque también depende de quién me lo dice. Me han dicho todo el tiempo que soy comunista: ‘la odiamos a esta comunista’. Y luego otros dicen ‘no, es una capitalista. No le creo su discurso”… “Es que es una feminazi”. Y luego (me dicen) que no soy lo suficientemente feminista. Y siempre que es puta, puta… lo de puta, siempre. Desde que era chiquitita, estaba en la escuela, en la básica, era puta. Y para otros soy demasiado conservadora. Me han dicho muchas cosas y me río de eso. Y después, en el corito de la canción digo algo como ‘todo esto me resbala, hay pocas personas que tenemos talento, y te invito a que tomas asiento y desde ese lugar donde criticas, veas mi éxito’”.

-¿Este disco es la máxima expresión de un punto de tu carrera donde da lo mismo lo que se diga de ti? Hay otra canción, 40 y MM, donde dices “tengo cuarenta y mami/ Nadie se muere de amor’. Eso suena bastante fuerte para una artista que pareció morirse de amor en muchos de sus anteriores temas. O lo mismo el video de Pornocracia, generar algo que quizás a estas alturas ya no te importa tanto.

Sí y no. Realmente no siento que existe el blanco y el negro. No es como el bien y el mal. Claro, hay días que me da igual, me río y ya. A veces me afecta un poquito, depende del comentario. A veces sí siento ‘¿por qué tanto odio?’. Y al día siguiente digo: ya, da igual, si no se trata de mí, se trata de que represento algo. Entonces no me importa y le doy la vuelta. Pero también a la larga toda mi vida ha sido así. Siempre. Cuando estaba más joven era mucho más irreverente en algunas cosas, donde me daba igual.

“Ahora, con respecto a la música, no puedo hacer una caricatura de la que canta o cantaba música romántica, entonces sí le importa todo. Ahora canta 40 y Mami y no le importa nada. No. Tampoco es así. Porque sigo sintiendo, sigo cantando canciones de amor y seguiré escribiendo canciones de amor, sólo que en este punto de mi vida no quería hablar sobre canciones estereotípicas románticas. Quería hablar de que tengo 40 y me siento increíble”.

“Pero también hay una canción, en el mismo álbum, que se llama Mew Shiny, que es un pokemón muy difícil de encontrar y le puse así porque a mi pareja le encantan los pokemones. Y entonces yo le digo: soy un pokemón muy difícil de encontrar, soy una joya, algo muy valioso y tú no me pones atención. Porque cuando nació nuestro hijo, al principio no existíamos como pareja, éramos como papás no más. No sabíamos cómo lidiar con un bebé recién nacido. Entonces le escribí esa canción, que habla de una fragilidad, de un ‘necesito que me veas’, de un ‘aquí estoy’. Y en un mismo disco. Entonces creo que los seres humanos estamos llenos de contrastes y contradicciones”.

-También se puede emparentar con la canción Préndele fuego, donde hay un llamado al otro para que vuelva a ser pareja, más allá de ser papá o mamá.

Pero desde un lugar más canchero. Porque dice ‘si no te tengo, te voy a matar’. No es literal, pero es como hacerse cargo. Aparte esa canción habla netamente de lo sexual. ‘Necesito volver a tener sexo contigo’. Es eso.

-Es un disco muy sexual, ¿no? Está volcado hacia lo carnal y hacia esa sensibilidad.

Creo que sí. Ahora, el otro día un club de fans me mandó un video de puras canciones que hablan de sexo, justamente por la polémica de Pornocracia, y decían ‘Mon siempre ha hablado de sexo en muchas de sus canciones y de sus discos’. De hecho, Amárrame, una de mis canciones más famosas, es súper sexual. O sea, habla de una pareja que le gusta jugar medio sado. Y la cantan los niños en los conciertos. Pero ahí está. Yo creo que siempre he cantado sobre sexo. Es un tema que me importa mucho.

-Y por otro lado, ¿cómo influye la maternidad en la composición del disco? ¿Cómo se lleva ese concepto con el de feminismo, que también es parte de tu universo como cantautora?

Yo creo que el feminismo y la maternidad no corren por lugares distintos. Yo creo que esa es desinformación, totalmente. No corren por lugares distintos, para nada. No existe eso de ‘tienes que abortar. Eres feminista y vamos todas a abortar. Vamos en grupo, tengo una cita mañana, ¡abortemos!’ No. Yo necesito que esto quede súper aclarado. Hay muchos tipos de feminismo. Pero mi feminismo, el personal, es que las mujeres debemos tener la libertad de hacer lo que queramos con nuestro cuerpo, con nuestra vida.

“Ahora, es cierto que la maternidad te cambia la vida y como creadora también cambia la manera de hacer música. Hay gente que pensaba: seguro que como ahora Mon es mamá, va a hacer un disco más maternal. No. Pero sí me cambió la manera de trabajar, porque también es buscar el tiempo. Entonces me volví más práctica, escribí las letras en la madrugada, mientras amamantaba a mi niño. Sí cambian muchas cosas con el tema de la maternidad. Lo estoy disfrutando. Lo estoy gozando. Y siento que no está en veredas distintas para nada ser madre y ser feminista”.

-Haces referencias en el disco a tener 40, algo así como mitad de tu vida ¿Qué piensas de tu carrera a futuro, en 10 o 15 años?

Mira, yo me imagino, no sé si en diez, pero en un futuro, no haciendo música, estudiando algo. O a lo mejor yéndome a un país donde nadie me conozca, trabajando en una librería, algo así. Muy tranquila, siendo una persona más “normal”, aunque para mí soy una persona normal. Me imagino eso, estar muy tranquila.

-¿Pero no haciendo música? ¿Te imaginas en una pausa o en una especie de retiro?

Sí, puede ser. Me gustaría en un algún momento de mi vida tener una vida más tranquila, con horarios más definidos, no estar para arriba y para abajo, de gira. A lo mejor seguiría haciendo música en mi casa, no sé. Pero me encantaría tener una rutina, un horario establecido.

-¿En 10, 15, 20 años?

No sé, en algún momento de mi vida lo quiero hacer. También quiero estudiar algo. Que no sea de música. A lo mejor sí de arte. Algo distinto. Es algo que quiero hacer, pero no sé cuándo. Y después cuando esté muy mayor, si es que llego a muy mayor, cuando sea bastante más grande, ahí volver a la música. Pero cuando ya esté grande. Como una nueva adolescencia. Como “a ver, estoy viejita, ya no tengo nada que perder, voy a bajar las canciones tres tonos, ¡vámonos de gira de nuevo!”.

“Eso es lo que digo hoy. Pero la vida cambia. Yo antes no quería tener hijos. Pero bueno, aquí estoy, feliz siendo mamá”.

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