Mariana Enriquez: “El terror es más fácil de sostener en un cuento, pero también puede fracasar con más fuerza”

Mariana Enriquez: “El terror es más fácil de sostener en un cuento, pero también puede fracasar con más fuerza” Foto: Nora Lezano

Un lugar soleado para gente sombría, es el nuevo libro de la autora trasandina, y que marca su regreso al formato cuento tras 8 años. En sus relatos toma elementos como los fantasmas o los cuerpos, pero también incorpora la moda. En charla con Culto, Enriquez desmenuza el volumen.


Conocido es el fanatismo de Mariana Enriquez por los Rolling Stones. En su condición de periodista, en 2010, escribió un notable artículo sobre el proceso de grabación del álbum Exile on Main St (1972), en la casa de Keith Richards, en Francia. La pócima del disco incluyó drogas, rencillas, mucha humedad y un calor sofocante que llegaba a los 40 grados, pero resultó en un longplay que se anotó entre los mejores de los londinenses. El título de la nota fue Un lugar soleado para gente sombría.

14 años después, Enriquez retomó esa frase para bautizar un cuento y su nuevo libro de relatos, los cuales -asegura- creó sin las dificultades de los Stones, pero sí con una temperatura muy similar. “Los escribí durante la ola de calor el verano de 2023 y salieron de golpe, algunos, los que no estaban escritos de antes (que son sólo algunos). Tuvieron algo de explosivo”, comenta Enriquez a Culto.

Doce cuentos nuevos, entonces, reúne Un lugar soleado para gente sombría, publicado en nuestro país por la catalana editorial Anagrama. Se trata del retorno de Enriquez al formato corto tras Las cosas que perdimos en el fuego (2016). Llega tras un volumen de no ficción (Porque demasiado no es suficiente. Mi historia de amor con Suede, 2023) y la reedición 2022 de su primera novela, Bajar es lo peor (1995).

Foto: Nora Lezano

Si bien Enriquez reconoce a Culto que durante la pandemia del coronavirus “no escribí nada de nada”, la epidemia se coló de forma lateral en algunos de los relatos. Pero afirma que nunca pensó en dar el paso más allá y convertir el virus en un elemento protagónico de alguno de sus cuentos. “No me gustan los relatos de virus salvo excepciones, ni las distopías de contagio de enfermedad. No sé por qué. Escribí un texto muy breve de ficción, que no está en el libro; en el relato el virus muta de modo que hacen falta personas para donar órganos inservibles. Es un poco un homenaje a Never let me go, de (Kazuo) Ishiguro. Estuve pensando en contagios pero no de enfermedades: pensé en invasiones de fantasmas, de estados alterados de conciencia, de realidades paralelas”.

Un lugar soleado para gente sombría es el nombre de un artículo que escribiste para Página 12 sobre los Rolling Stones. ¿Cómo fue que llegaste a ocupar la frase primero, para un cuento, y luego, para el libro?

La verdad es que me gustó estéticamente. La frase es de Sommerset Maughman y se refiere a la Riviera francesa. Por algún motivo este libro tiene una gran influencia de Los Ángeles, una ciudad que me fascina, por David Lynch, por John Fante, por el cine, por su decadencia. Y el cuento que le da título transcurre en Los Ángeles. Casi que define a la ciudad, que para mí es un espacio emocional y literario.

Este es tu cuarto libro de cuentos, ¿qué es lo que te gusta del formato?

Creo que es un formato que nos sale muy natural a los sudamericanos: Onetti, Cortázar, Borges, Quiroga, Felisberto Hernández, Ocampo. Tenemos una tradición de cuentistas poderosa y se continúa. Para mí es un género contundente, a veces más inolvidable que una novela, y que me gusta mucho leer.

Foto: Mario Téllez / La Tercera.

¿Qué diferencias encuentras a la hora de trabajar terror entre el cuento y la novela?

Yo no diría el terror sino el formato en general: un cuento es más tenso, la novela tiene más mesetas. Un cuento es el desarrollo de una idea, la novela se relaciona más con el recorrido de los personajes. El terror es más fácil de sostener en un cuento, pero también puede fracasar con más fuerza.

Hay varios de los cuentos donde aparecen fantasmas (Julie, Mis muertos tristes, entre otros), ¿qué te atrae de aquellos seres para que hagas cuentos sobre ellos?

Los fantasmas son, para mí, la memoria, el trauma, la culpa y, además, son seres sobrenaturales y la posibilidad de perdurar. Me parecen una gran metáfora de muchas cosas y creo que siguen dando miedo porque también son el misterio de la muerte.

En el cuento Metamorfosis -y en otros- hay también un tema con el cuerpo, que ha sido uno de los tópicos de tu literatura. ¿Qué te llama la atención del cuerpo, del body horror?, ¿podríamos decir que es una de tus obsesiones?

No creo que sea una obsesión: me gusta pero además el cuerpo es todo lo que de verdad tenemos. Lo más cercano. Lo más desconcertante y poderoso. Todos tenemos cuerpos que sufren, cuerpos que sangran, cuerpos enfermos, deseantes, hipocondríacos, lastimados, que sufren cirugías, placeres y que se rompen. El cuerpo es la experiencia más cercana y por lo tanto puede ser la más horrible. No se me ocurre cómo no escribir sobre el cuerpo, en realidad.

04/04/2023 FOTOGRAFIAS A LA ESCRITORA ARGENTINA, MARIANA ENRIQUEZ FOTO: MARIO TELLEZ / LA TERCERA

En el cuento Diferentes colores hechos de lágrimas abordaste la violencia contra la mujer, aunque de una perspectiva más bien sobrenatural, ¿cómo concebiste ese cuento?

Estaba un poco cansada de leer cuentos o de ver ficciones donde las mujeres invariablemente morían o se describía en detalle la violencia contra ellas con el fin del daño o la muerte. Quería pensar a la violencia de otra manera: en el cuento es una fantasía que está “atrapada” en los vestidos y produce una alucinación, pero la violencia real no ocurre. Y no importa: la fantasía es igual de violenta. Lo que pasa dentro de la mente, en el deseo de violentar, me parecía un tema igual de interesante que concebir otro cuerpo femenino destrozado.

Aparecen otros aspectos -sobre todo en Mis muertos tristes y Ojos Negros- como la marginalidad, la pobreza, algo así como un “Terror barrial”.

Lo uso seguido: creo que los barrios marginales se juegan muchos miedos. Los de la gente que está en ese estado de vulnerabilidad, primero, aunque como dice Adélia Prado, nadie sabe de lo que habla cuando habla de los pobres. Se refiere a los discursos de la clase media que suelen ser paternalistas. La clase media en nuestros países inestables y desiguales tiene terror a la pobreza, al otro, porque puede ser el mismo, es un espejo en el que no se quiere ver, de modo que estos escenarios son ideales para el terror “realista” que suelo escribir.

Foto: Nora Lezano

La ilustración de portada del libro es de un artista chileno, Guillermo Lorca. ¿Cómo conociste esa ilustración?, ¿qué te llamó la atención para que decidieras usarla?

Vi una muestra de Lorca en Barcelona y me encantó. Supe que era discípulo de uno de mis pintores favoritos, Odd Nerdrum, y me gustó más. Desde que la vi la guardé, incluso creo que tengo una postal. Esta imagen en especial me parece tierna, misteriosa, violenta, victoriana. Todas cuestiones que aparecen en mis cuentos. En uno de ellos, además, hay un felino casi protagonista.

En este libro incorporas elementos más visuales, como la moda y el maquillaje.

Siempre me gustó la moda y demás pero no los había incorporado al universo de lo femenino. Creo que estamos en un momento de gran obsesión con la imagen, donde la moda, la cosmética, el maquillaje se volvieron más importantes socialmente. Por la edad es un tema que me interesa. Leo sobre adolescentes que usan productos anti-age. Me fascina el tema, es otra manipulación de nuestro cuerpo y nuestra imagen que se masificó y que tiene el doblez de ser algo bello y algo terrible. La moda contamina. Lo que nos ponemos sobre la piel puede ser peligroso. Si empieza un desfile que me gusta lo puedo ver en vivo en mi teléfono. Está muy presente.

¿Hay alguno (s) de los cuentos que le tengas particular cariño, o que te haya costado mucho escribirlo?

El del título. Porque es en Los Ángeles, porque es de amor, porque estoy obsesionada con Elisa Lam.

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