Columna de Daniela Lagos: Cadáveres, un misterio que recorre eras

La miniserie estrenada en Netflix maneja bien la tensión entre ir entregando pequeñas respuestas al mismo tiempo que plantea más preguntas, la base para un misterio exitoso aunque sin dudas no perfecto.



Todo parte con un cadáver, aunque la verdad es que son cuatro. Uno encontrado en 2023, otro en 1941, otro en 1890 y otro en 2053 por la policía en el mismo pequeño callejón de Londres.

Es siempre el mismo hombre y está desnudo y en la misma posición, con una marca o tatuaje en una muñeca y un disparo al ojo izquierdo. Cómo llegó ahí y quién lo mató es la tarea de cada uno de los detectives a cargo del caso, mientras el espectador se va enterando de que claramente aquí hay algo más grande que lo conecta todo, y con información entregada a migajas, de que hay una gran conspiración que está detrás.

Esa es la premisa de Cadáveres, miniserie de ocho episodios estrenada en Netflix y basada en una novela gráfica de 2014. Sin duda se anota varios puntos a favor, partiendo por su buen elenco, que es en gran parte desconocido, y una producción que responde al desafío de representar cuatro eras. Además logra su misión más básica de enganchar al espectador que está en busca de respuestas al gran misterio planteado.

Con todo esto, Cadáveres es una serie entretenida pero que también comete grandes pecados, como volverse a ratos lenta y aburrida, lo que es difícil de entender cuando hay cuatro sub-historias entre las que moverse todo el tiempo.

Pero para quien esté dispuesto a perdonar esos momentos, la serie lo recompensa con un buen manejo de la intriga, porque lo que al inicio parece ser un asesinato con un componente de salto temporal, pronto se empieza a agrandar, con personajes que parecen ser de alguna misteriosa secta, poderes que desde las sombras están manejando movimientos que parecen estar destinados a suceder y amenazas que no sólo son contra personas específicas sino también contra toda la sociedad.

Así, con el correr de los capítulos la serie maneja bien la tensión entre ir entregando pequeñas respuestas al mismo tiempo que plantea más preguntas, la base para un misterio exitoso aunque sin dudas no perfecto.

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