Pinochet, el fotógrafo y Apocalipsis Now: historia de una imagen icónica

© Chas Gerretsen / Fotomuseo de los Países Bajos

Chas Gerretsen, el fotoperiodista tras una de las imágenes más conocidas del exdictador, aquella mirando a la cámara con lentes oscuros, está de visita en Chile para participar de una exposición sobre su trabajo en el Museo de la Memoria. En charla con Culto, rememora sus días en la Guerra de Vietnam y la llegada al Chile de la UP, entre la escasez de película, las marchas y las fotos que pudo tomar a Salvador Allende. También recuerda los años trabajando en Hollywood y cómo pudo fotografiar hasta a Marlon Brando.


La vida de Chas Gerretsen (80), afamado fotoperiodista de larga trayectoria, está cruzada por el movimiento y la imagen. Es conocido por haber tomado fotografías de alto impacto, como la de Augusto Pinochet sentado, luciendo lentes oscuros y con una expresión severa tras el golpe militar. Sin saberlo, llegó al país en un momento álgido. Su lente retrató los días convulsos del Chile de la Unidad Popular, entre marchas, intentonas golpistas, colas ante los negocios y los discursos de Salvador Allende.

Su documento de identidad dice que nació en el verano boreal de 1943 en Groningen, una industriosa ciudad en el norte de los Países Bajos que en el medioevo tardío fue parte de la Liga Hanseática. Pero no duró mucho tiempo ahí. La curiosidad innata y el deseo de aventuras lo llevaron a buscar nuevas experiencias.

“Me fui de casa cuando tenía 16 años, mis padres estaban preocupados por mí y para asegurarles que todo estaba bien, solía tomar fotografías para mostrarles lo que estaba haciendo -cuenta a Culto desde Berlín, donde reside-. Siempre he sido muy curioso, en la escuela primaria mis maestros intentaron que me transfirieran a la escuela para niños difíciles: hice demasiadas preguntas. Cuando era mayor, me dio curiosidad saber si todas las cosas que veía en las películas y leía en los libros eran reales. Continué enviando a mis padres fotos de lo que hacía y veía a mi alrededor”.

Así, el joven Chas pasó por Australia, EE.UU. y hasta por el sudeste asiático. Pero eran los sesenta y el alarido de las protestas contra la guerra de Vietnam resonaba fuerte en Washington, mientras la gente en todo el orbe veía en directo las imágenes del conflicto. Ahí Gerretsen, de nuevo, no pudo con su genio. “Entré en Vietnam durante la ofensiva del Tet de 1968, quería ver si la guerra era como lo que se mostraba en las películas. Pronto descubrí que las únicas personas que podían moverse por Vietnam y ver lo que realmente estaba sucediendo eran los periodistas. Conseguí un trabajo como técnico de sonido en las noticias de televisión UPI. Después de varios meses mi camarógrafo se fue de vacaciones. Hice una película de prueba y fui aceptado como camarógrafo por US$ 200 por mes”.

Guerra de Vietnam Foto: AP

Allí, en Indochina, más allá del ancho mar, Gerretsen pudo conocer a fotoperiodistas profesionales. “Mientras estuve en Vietnam y Camboya, conocí a algunos de los mejores fotoperiodistas del mundo. Los observé y les hice preguntas. Dana Stone y Alain Nouges me dieron muchos consejos”.

Pero la dinámica de camarógrafo profesional en el frente lo acabó por hastiar. “Después de un mes, me cansé de que me dijeran cuándo y qué disparar, así que renuncié. Me convertí en camarógrafo freelance y vendí mis historias a las televisiones ABC y CBS. Mientras tanto obtuve una cámara profesional Nikon F y comencé a tomar fotografías que vendí a UPI, Time y Newsweek”.

El horror del conflicto y la muerte silbando a cada día acabaron por cansarlo. “A fines de 1972, ya había visto suficiente de la guerra, casi todos los que había conocido en 1968 estaban muertos o desaparecidos, decidí ir a un lugar en el que nunca había estado: América del Sur. Me decidí por la zona del Amazonas y compré un pasaje en un barco de pasajeros italiano a Salvador, Bahía, Brasil. Cuando llegamos a Salvador, el sobrecargo del barco me ofreció extender el viaje a Buenos Aires por US$ 100. Esto significaba tres días más de alojamiento y comida, así que acepté su oferta. El barco arribó a Buenos Aires el 1 de enero de 1973”.

Fue entonces que, de casualidad, apareció la posibilidad de cruzar la cordillera hacia Chile. “Inmediatamente después de mi llegada a Buenos Aires me dirigí a las oficinas de todas las principales cadenas de televisión estadounidenses, UPI, Newsweek y la revista Time. El jefe de la Oficina de la revista Time me ofreció un trabajo ocasional si iba a Chile. Fui en tren a Chile y llegué a Santiago el 9 de enero de 1973″.

Entre marchas y escasez en el Chile de la UP

Así, Chas llegó a la capital en plena efervescencia política. Como la Vía chilena al socialismo estaba en el ojo mundial, se encontró con otros profesionales del lente, como Sylvain Julienne, fotógrafo francés freelance de la agencia Sygma, con quien cultivó una amistad.

“Me gustó la apariencia de la ciudad de Santiago, estaba viva; y la gente era amable -recuerda Gerretsen-. Después de encontrar un apartamento, caminé y fotografié la vida cotidiana en Santiago: autobuses llenos de gente, gente en la calle y en los restaurantes. Hubo campañas políticas, para las elecciones de principios de marzo (NdR: se refiere a las parlamentarias de ese año); después de la elección me fui de viaje a la Araucanía. Empecé a tomar clases de español dos veces por semana. Pero aparte de la expresión chilena ‘entre no más, tome asiento’, realmente no escucho la diferencia entre español y chileno”.

Usted venía del sudeste asiático. ¿Qué le llamó la atención de Chile en esos días?

La gente de Chile era amable. En el sudeste asiático, de vez en cuando me perseguían personas a las que no les gustaba que las fotografiaran. Por el contrario, en Chile la gente casi siempre sonreía, incluso durante las manifestaciones, haciendo cola durante horas para comprar un artículo racionado e incluso durante los disturbios. Los únicos que no quisieron ser fotografiados fueron los soldados rebeldes que participaron en el Tancazo (29 de junio de 1973): me amenazaron de muerte si les tomaba una foto. Mataron al camarógrafo argentino Leonardo Henrichsen mientras los filmaba.

© Chas Gerretsen / Fotomuseo de los Países Bajos

¿Cómo era la experiencia de fotografiar las manifestaciones en la época?¿Qué recuerda del “Tancazo”?

Podía fotografiar cualquier cosa y en todas partes de Santiago, ya fueran protestas de estudiantes, mineros o UP. Los carabineros me permitieron fotografiarlos; tenía una libertad real para fotografiar lo que quisiera y todos me lo permitían. Incluso durante el golpe de Estado nadie nos detuvo a mi amigo Sylvaine y a mí. Como dije, excepto durante el Tancazo, la gente siempre fue amable y nunca protestó para ser fotografiada. Ese día en particular tuve un encargo de la revista Time para fotografiar una manifestación de mujeres. Pero en lugar de encontrar a miles de mujeres, encontré soldados nerviosos de gatillo fácil que amenazaban a la gente.

"Tanquetazo" del 29 de junio de 1973. Archivo Histórico / Cedoc Copesa

Gerretsen recuerda cómo vivió los problemas derivados del desabastecimiento y la crisis económica que golpeaban al país por esos días. “Después de que el gobierno de la UP nacionalizara las minas de cobre estadounidenses en 1971, el aumento de las sanciones paralizó a Chile cada vez más; todos los que no tenían dólares estadounidenses para cambiar en el mercado negro experimentaron problemas de suministro. Sí, experimenté algunos problemas. Me costó mucho conseguir la película. Era muy difícil encontrar diapositivas en color, en blanco y negro solo podía obtener en rollos de 100 pies, que tenía que cortar y enrollar en bobinas yo mismo. Por lo demás, tuve los mismos problemas que todos”.

Tengo entendido que pudo tomar pocas fotos al presidente Salvador Allende, ¿cómo fue esa experiencia?

Fotografié al Presidente Allende en dos ocasiones en La Moneda, acompañando al corresponsal de la revista Time y otra vez al de la revista Newsweek. Lo fotografié en cada vez en una habitación oscura mientras lo entrevistaban. No era un muy buen escenario para lograr buenas fotografías. Otras veces lo fotografié durante apariciones públicas. Siempre me recordó a una figura paterna. Tuve la sensación de que la gente lo amaba genuinamente; él era su esperanza para un futuro mejor.

© Chas Gerretsen / Fotomuseo de los Países Bajos

Una foto de Pinochet en la Gratitud Nacional

El martes 11 de septiembre de 1973, a las 7 de la mañana, el timbre del teléfono despertó a Chas. El golpe militar ya estaba en marcha. “Era mi amigo Sylvain Julienne. Me avisó que La Moneda había sido rodeada por carros blindados de carabineros. Encendí la radio y solo había música de marchas marciales. Afuera no había transporte y ocasionalmente pasaban autos civiles. Pude hacer autostop desde Providencia hasta una cuadra de La Moneda. El acceso al palacio fue bloqueado por carabineros y unas 100 personas. Me dejaron pasar”.

“El resto del día transcurrió como un día normal en una zona de combate, mucha espera entre episodios de extrema violencia. Alrededor de las 3 de la tarde, Sylvain y yo estábamos en la puerta lateral de La Moneda, tratando de entrar al palacio; nos dijeron a punta de pistola que nos fuéramos”, agrega.

© Chas Gerretsen / Fotomuseo de los Países Bajos

Días después, durante el Te Deum ecuménico de Fiestas Patrias de ese año, Chas tomó la fotografía de Pinochet que se volvió icónica. Un registro que solo con los años dimensionó en su alcance, al verla reproducida en marchas. De alguna forma, retrataba la imagen más teatral del dictador. “La fotografía fue tomada en la Iglesia de la Gratitud Nacional. Casi no fui, porque estaba cansado de fotografiar las mismas caras sin sonreír una y otra vez. Pero en el último momento pensé, ‘por qué no, no tengo nada más que hacer’. Pero como no había respondido a la invitación, no tenía pase de prensa para el evento”.

“Por suerte, cuando llegué a la primera barricada de la iglesia y los soldados no me dejaban pasar sin un pase de prensa, un hombre vestido de civil me reconoció y les dijo a los soldados que me dejaran pasar. Alrededor de la iglesia había francotiradores en los tejados, la seguridad era estricta”, agrega Gerretsen.

Hasta que al entrar al templo, vio a la flamante Junta Militar recién instalada. “En la iglesia todo era muy solemne: los cuatro miembros de la junta estaban sentados como muñecos de madera uno al lado del otro, de un lado un soldado fuertemente armado y del otro lado un sacerdote en pleno atavío. Fotografié cada general, metódicamente: primer plano, medio primer plano y gran angular. Pinochet era el único que miraba directamente a la cámara”.

¿Fue más difícil tomar fotos en las calles cuando los militares ya estaban en el poder?

En los primeros días después del golpe todavía era posible tomar fotografías, pero pronto hombres anónimos vestidos de civil me dijeron que no podía fotografiar esto o aquello. No sé si eran fanáticos de la derecha o policías. Unos días más tarde, la policía empezó a pasar por mi apartamento exigiendo la película que había tomado durante el día.

Apocalipsis Now

Tras los años en Chile, Gerretsen se movió por otros puntos del cono sur americano, pero sin saberlo, su experiencia en conflictos lo llevaría hasta la capital del cine comercial. “En 1975, mientras estaba en la oficina de la agencia de fotografía Gamma con la que trabajaba, un colega fotógrafo me preguntó sarcásticamente: ‘¿por qué no te encuentras otra guerra en Hollywood?’. Pensé que era una buena idea y me fui a Hollywood. Visité los estudios con mi portafolio y me dijeron: ‘si hacemos una película de guerra, te llamaremos’”.

Y la llamada llegó. “En 1976, Coppola Cinema Seven se acercó a mí para trabajar en la película Apocalypse Now Mi carrera había cerrado el círculo, de ‘Real to Reel’”.

Con su experiencia asesoró la creación del personaje del fotoperiodista que encarnaba Dennis Hopper. Incluso, algunas de las cámaras que luce en la cinta, eran las mismas con las que Gerretsen disparó alrededor del mundo.

“Le sugerí a Francis Ford Coppola durante un almuerzo, que si quería hacer que la prensa quedara en ridículo, debería usar un fotógrafo de combate, todos estábamos un poco locos. Poco tiempo después, Francis me preguntó cómo vestir a un fotógrafo de combate. El aspecto final de Dennis Hopper fue creación de Francis. El siguiente paso fue que necesitaba cuatro cámaras, Dennis Hopper tenía una cámara propia y la compañía cinematográfica compró tres de mis cámaras Nikon F negras”, cuenta.

¿Pudo compartir con Marlon Brando (la estrella del filme) en el set de esa película?

Al principio me dijeron que lo más probable es que no me permitieran tomar fotos de Marlon Brando. ‘A Marlon no le gustan los fotógrafos’. Me dijeron. Pero después de que me lo presentaron, me permitió fotografiarlo durante breves descansos.

*

Hasta hace poco menos de un mes, Chas Gerretsen mantuvo abierta una campaña de financiamiento colectivo en Kickstarter, que le permitiera costear la publicación del proyecto Chile, El Archivo Fotográfico 1973 – 1974, un libro que reúne buena parte del material que el fotógrafo tomó por esos días. “Tomé alrededor de 10.000 imágenes de la vida en Chile durante los años 1973 y 1974. Faltan más de 2000 negativos y positivos (¿perdidos o robados?) Quedan unas 8000 imágenes”, cuenta. “Tuve mucha suerte de que la campaña de Kickstarter fuera exitosa y con un poco de suerte alcanzaré el punto de equilibrio. Quería una edición en español y otra en inglés y que la edición en español del libro saliera antes del 11 de septiembre de 2023. Tuve que invertir en las correcciones, litografía, diseño del libro, edición y más. Para mí, mucho dinero”.

A tono con los 50 años del golpe de estado, Chas Gerretsen se encuentra de visita en el país hasta el próximo 30 de agosto. Entre otras actividades, participará en la apertura de la exposición sobre su trabajo titulada Rebobinar, reimaginar, reportar, en el Museo de la Memoria y los Derechos Humanos este 18 de agosto, desde las 12.00 horas.

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