Wham!: un cuento pop perfecto

Wham!: George Michael y Andrew Ridgeley

Hits románticos y bailables, pantalones cortos y peinados vaporosos. El dúo liderado por George Michael fue un extraño caso de pop de alta factura hecho para durar. Su historia redonda llegó a Netflix.


El documental de Wham!, la exitosa banda ochentera que dio a conocer a George Michael junto a su amigo de infancia Andrew Ridgeley, contiene toda la frescura posible del mejor pop como parte de un cuento con final feliz.

Es un relato vertiginoso de dos adolescentes británicos hijos de inmigrantes -George era de ascendencia grecochipriota, las raíces de Andrew provenían de Egipto-, devorando al mundo rápidamente y despidiéndose en la cúspide, prólogo magnífico de la extraordinaria carrera solista de George Michael, fallecido a los 53 años en 2016.

Wham!

De ser la biografía de una estrella rock, incluiría una decena de artistas hablando maravillas, análisis de críticos musicales, y cercanos revelando la trastienda de sus personalidades, tal como dicta la norma en el formato. Pero Wham!, rehuyendo esos manidos recursos, ofrece una especie de diario de vida de fácil lectura gracias a imágenes de archivo en giras, entrevistas, recortes de prensa y sesiones fotográficas, sintetizando de la mejor manera la efervescencia y espíritu de una música con la ambición impúdica y legítima de conquistar a millones.

Operación Triunfo

Si algo llama la atención inmediatamente en el relato a cargo de ambos artistas con sus voces en off -no hay más fuentes-, es la absoluta determinación a convertirse en músicos de éxito, cuando apenas dejaban atrás la niñez.

Mientras Andrew era extrovertido, guapo, audaz y estiloso, George era tímido, algo regordete, de cabello ensortijado, y vestido con esos horribles tonos marrones típicos de los 70.

En una etapa quinceañera en que la mayoría no define qué hacer en la vida, el dúo montó una banda, compuso canciones -entre ellas el súper éxito Careless whisper-, grabó demos, visitaron todas las disqueras posibles cosechando un rechazo prácticamente unánime, y se lanzaron a la carretera con un número en vivo que incluía vistosas coreografías con un par de chicas.

I wanna be adored

Las primeras canciones de Wham! ofrecían rap con un fondo electro funk, para letras de tono social que presumían calle. Georgios Kyriacos Panayiotou, el verdadero nombre de George Michael, vestía chaqueta de cuero y jeans, el mismo look reciclado con retoque de barba y arete en su debut solista Faith (1987).

Wham! logró encajar en una rendija que nadie utilizaba en la oferta pop rock británica, dominada por la new wave y el neo soul de bandas como ABC, Duran Duran y Spandau Ballet.

A pesar de la modernidad de la imagen y el sonido combinado entre instrumentos análogos y las novedades electrónicas propias de los 80 -cajas de ritmo y sintetizadores-, Wham! era también una apuesta retromaniaca enamorada del estilo de Motown, el soul, el R & B, el pop chicle de los 60 y el funk de los 70 -todo blanqueado-, la música con la que George y Andrew habían crecido.

En una escena musical donde el carácter y el aspecto oscilaban entre la afectación y las sombras góticas, una estela desde el estallido marciano de David Bowie una década antes, Wham! escribía canciones como Club Tropicana -”las bebidas son gratis, diversión y sol, hay para todos los gustos, sólo falta el mar”-, mientras se vestían y posaban sonrientes para las cámaras, decididos a convertirse en el afiche favorito de millones de adolescentes en sus dormitorios. Querían ser famosos y adorados.

Confesiones

Antes de los 20 años se habían convertido en grandes estrellas en Gran Bretaña tras aprovechar al máximo el debut en Top of the Pops, el legendario programa donde desfilaban las más grandes figuras musicales, donde arribaron como reemplazo de última hora. Irradiaban optimismo y fiesta en canciones perfectas y absurdamente pegajosas como “Wake me up before you go-go” y “I’m your man”.

Comenzaban las giras y videos con mayor presupuesto en locaciones paradisíacas, cuando George confesó a Andrew ser bisexual. Una verdad a medias porque, en rigor, era gay. A mediados de los 80, con la crisis sanitaria del sida y los prejuicios históricos hacia la comunidad LGBT, prácticamente ninguna estrella masculina estaba dispuesta a revelar una orientación divergente a lo establecido. Sólo en la siguiente década figuras del calibre de Elton John y Rob Halford proclamaron su homosexualidad. A su vez, George Michael lo hizo público en 1999.

La revelación no implicó mayor cambio en la relación entre ambos, excepto la consciencia de que el cantante no podía expresar con total sinceridad quién era. “Como un prisionero que tiene su propia llave”, cantaba George en Freedom, una línea que para Andrew adquiría una nueva resonancia tras el secreto revelado.

Tu aporte

El punto de inflexión para Wham! arribó en la veta creativa. Las capacidades y talentos de ambos diferían notoriamente. Acostumbrados a componer en conjunto los primeros años, el segundo y último álbum Make it big (1984) fue, en la práctica, el primer disco solista de George Michael. Un hombre orquesta que escribía, producía, tocaba y cantaba.

Para la prensa era una oportunidad de festinar con la posición de Andrew, expuesto como un gozador de escaso aporte. Al interior de Wham! la evaluación era distinta. George no solo era amigo de Andrew sino que lo admiraba profundamente. El guitarrista no estaba en línea con el talento espectacular del cantante, pero aportaba con su sentido del gusto y la moda, significativo en el éxito de Wham! El look deportivo de shorts, zapatillas y atuendos fosforescentes en el video de Wake me up before you go-go, es de las imágenes pop definitivas de los 80.

Conquistados los ránkings y el fervor del público, George Michael deseaba el reconocimiento como compositor, a ratos mirado sobre el hombro por los estribillos chiclosos, las ropas llamativas y los peinados vaporosos. Cuando ganó el premio Ivor Novello al compositor del año en 1985, no pudo contener las lágrimas.

Tocar el cielo y decir adiós

Los dos últimos años de Wham! son un guión perfecto. Entre 1985 y 1986 alcanzaron un nivel de exposición planetario extraordinario. Fueron pioneros presentándose en China para luego emprender una gira consagratoria por Estados Unidos.

Entre medio hubo una señal clara de que los días del dúo estaban contados. George Michael fue convocado como solista por Elton John para interpretar Don’t let the sun go down on me. George extendió la invitación a Andrew, que acompañó en coros que nadie escuchó, tal como sucedía en los discos.

Decir chao en la gloria; Wham! en 1986

El último concierto fue el 28 de julio de 1986 ante un estadio Wembley repleto. “No podría haberlo hecho sin ti”, le dijo George a Andrew, en un cerrado abrazo en el escenario.

“Estaba feliz por mi amigo”, reflexiona Andrew Ridgeley en el presente. “Estaba en la cima de la grandeza”.

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