Crítica de discos de Marcelo Contreras: ovación para Foo Fighters, Fito Páez y Angelo Pierattini

Los elogios sobrevuelan los lanzamientos de los últimos días, con aplausos para la aventura de Foo Fighters después de la muerte, la relectura de Fito Páez de su obra cumbre y la travesía hacia la canción romántica del chileno Angelo Pierattini.


*Foo Fighters - But here we are

El plan original contemplaba un álbum de ínfulas prog rock para el sucesor de Medicine at midnight (2021), pero la vida puso a prueba a Foo Fighters de la manera más ruda. Con la muerte de Taylor Hawkins, perdieron al único integrante que contrapesaba con la mejor de las vibras el comando absoluto de Dave Grohl. El líder, golpeado además por el fallecimiento de su madre, cambió el rumbo de este onceavo título.

Los recovecos progresivos fueron pospuestos casi del todo en función de lo mejor que sabe hacer Foo Fighters, una combinación de power pop y rock clásico que funde las últimas décadas del siglo XX, con una cubierta de pop punk que con el paso del tiempo los acerca a Green Day antes que Nirvana. Mediante una decena de temas en 48 minutos, FF consigue algo que no sucedía hace largo tiempo: cada título justifica su presencia, como una cruz al material de relleno. La única concesión a la síntesis se titula The teacher, 10 minutos de arrebato progresivo bien ejecutado.

Foo Fighters ha compuesto una obra que reafirma sus principios e identidad, como una manera de anclarse ante la tormenta, aguantar y resetear. Exorcizan frontales y efectivos, con guitarras cargadas, estribillos melódicos y gritos. La muerte los golpeó y así se liberan de ella.

*Fito Páez - EADDA9223

Contra los pronósticos que desaconsejan nuevas versiones de títulos históricos -palidecer es el destino más seguro-, Fito Páez publica esta relectura de El Amor después del amor (1992), obra monumental con una ráfaga de diez singles, columna vertebral de su exitoso show en el último Festival de Viña del Mar. No solo registra las mayores ventas de un álbum en la historia de Argentina, sino que instaló al rosarino en el panteón musical albiceleste gracias a un trabajo de ansia internacional, con el músico convertido en un personaje cosmopolita.

Páez asume la grandeza de la obra, el paso del tiempo y su lugar en el mapa del pop, con algunos ropajes sinfónicos seleccionados con guiños a los Beatles pero de manera oblicua, un tinte más cósmico que lisérgico estampado desde la canción homónima, rediseñada en una hermosa suite. EADDA se convierte en un refugio para acoger a nuevas generaciones con Lali y Nicki Nicole en Dos días en la vida, y Nathy Peluso en una excelente reinterpretación de La Verónica finamente orquestada en clave bossa. Elvis Costello se entromete en una bombástica y agitada versión de Tráfico por Katmandú, mientras la épica de Tumbas de la gloria toma un rumbo interesante aunque recargado junto a la soprano María Castillo de Lima. Fito Páez hizo el mejor tributo a sí mismo liderando el proyecto. Redondo.

*Angelo Pierattini - Sara

Hace 30 años era prácticamente imposible que un rockero revelara más pasiones que no fueran la guitarra a tope y la actitud rebelde-atormentado. Con el tiempo, el rock y sus fieles sinceraron los gustos, desnudando que las influencias provienen de los sitios más improbables, en particular los recuerdos recónditos y los llamados placeres culpables. Angelo Pierattini, iniciado en veredas distintas como el reggae de Bambú y el rock duro de Weichafe, ha integrado progresivamente sonidos y estilos en un proceso natural y sincero. Este EP con invitados, indaga en la memoria musical en sepia, partiendo por Vivir así es morir de amor de Camilo Sesto. Junto a Joselo Osses de Bloque Depresivo y desprovista de la fanfarria, se convierte en un lamento resignado, alterando el espíritu heroico de la original.

Si no te hubieras ido, en compañía de Manuel García, es más mexicana que la versión de Marco Antonio Solís, si es que algo así es posible. Cuando pienso en ti, adaptada de You’re my everything de los inolvidables Santa Esmeralda, huele a bar y penas. Algo, una delicada lectura latina de Something de los Beatles, es una joya. Cierra Mi prisionera de Zalo Reyes, despojada de sus tintes pop italianos del original, compuesto por Alejandro Vezzani, junto al mismísimo Gorrión de Conchalí en lacrimógena versión.

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