Biógrafo de Pink Floyd: “La carrera solista de Roger Waters estaba en el inodoro, pero apenas hizo The Wall, cambió todo”

REUTERS/Mario Anzuoni/File Photo

Mark Blake, biógrafo oficial de la banda y autor del aclamado texto Pigs might fly: the inside story of Pink Floyd, disecciona con Culto el legado del músico, quien se presentará por partida doble en noviembre en el Estadio Monumental de Santiago.


Mark Blake (58) escuchó por primera vez The dark side of the moon cuando tenía trece años. “Ese fue el primer disco de ellos que escuché, un par de años después de que salió. Lo vi en la colección de discos de alguien y me dieron ganas de escucharlo solo porque no sabía el nombre de la banda y quería saber qué era. Esa portada intrigante y misteriosa es una buena jugada de marketing”, dice vía Zoom con Culto desde Reino Unido.

En una larga lista de tomos dedicados al rock clásico que incluye Magnifico! the A to Z of Queen; Pretend you’re in a war: The Who and the sixties; Pigs might fly: the inside story of Pink Floyd; y Bring it on home: Peter Grant, Led Zeppelin and the story of rock’s greatest manager; su último libro se titula precisamente Us and them: the authorized story of Hipgnosis, donde disecciona al colectivo creado por Storm Thorgerson y Aubrey Powell que hizo de las portadas en la era dorada del rock progresivo, un objeto artístico en sí mismo.

“Creo que Hipgnosis le dio una imagen a Pink Floyd. No tenían singles, no salían en televisión -no al menos después de Syd Barrett- y no daban muchas entrevistas. Tenías que ir a verlos en vivo para saber cómo eran. El aspecto visual en ellos iba por el lado de la puesta en escena, y más por accidente que intencionalmente, ellos les dieron esta imagen que luego en ocasiones trasladaban a sus shows. Creo que fueron cruciales. Se alimentaban mutuamente”, explica sobre la importancia del colectivo para la popularidad de los británicos.

Decisiones arriesgadas como no incluir el nombre de la banda en las portadas de los discos se tomaron nadando en contra de la corriente. “Los Beatles en el White album lo hicieron en cierta forma pero no se comprometieron totalmente al utilizar el relieve de la carátula. En el caso de Floyd, Atom heart mother fue el primero que no tenía nada escrito. Haberse atrevido habla sobre cómo era la banda y sus managers, que eran lo suficientemente tercos para salirse con la suya. Storm Thorgerson y Roger Waters eran tipos difíciles, se sabían como tales y se celebraban mutuamente en ese aspecto”.

No hay lado oscuro; todo es oscuro

“El aporte de Waters (en The dark side of the moon) es el mismo que dice tener. Fue su idea, su concepto y él lo puso sobre la mesa”, sentencia Blake, apuntando el rol del músico como artífice de uno de los álbumes más populares de los últimos cincuenta años -y contando-. “Como bien sabes, la música fue desarrollándose en las giras. Ellos estaban tocando ese material un año antes de que saliera pero, en términos del aporte de Waters, esa era su historia, su idea y sus letras. ¿Hubiese sonado tan bien como lo hace sin los demás? Absolutamente no. Tal como en muchas bandas, se trata de la suma de las partes, pero no hay duda de que la idea era suya y nunca he escuchado a ninguno de los demás disputar eso”.

- Se trata de un disco que toca temáticas bien pesimistas y serias, pero que sin embargo se volvió muy popular.

Toca temas muy serios y oscuros. Pero es un gran disco de pop, que tiene estrofas y coros. Lo que hacían en ese tiempo proyectos europeos como Tangerine Dream o Kraftwerk era mucho más experimental y Pink Floyd tomó elementos de ahí. Hay algo de electrónica en On the run, tiene los efectos de sonido, etc. Si escuchas Ummagumma o Atom heart mother hay cosas que son mucho más demandantes. En Dark side of the moon usaron esos elementos en la dosis justa y sabiamente, de modo que cuando lo escuchas te dejas llevar, pero nunca se pierde de vista que fundamentalmente es pop y rock.

-Incluso Money, que está en ⅞, es un blues.

Money”, en ese sentido, es una pesadilla (risas). Tiene esa guitarra cruda y esos saxofones, todo eso es muy Gilmour, que aparte toca grandioso en esa canción. Ese es el momento de rock and roll sucio que necesitas tener.

Desesperación silenciosa

Comenzando con un latido y un estridente collage sonoro, The dark side of the moon envuelve al oyente de inmediato en el espiral de la alienante modernidad y la indiferencia del universo. “Lo escuché cuando tenía trece años, ¡qué sabía yo del mundo en ese entonces! Pensé: ¡esto es profundo! Imagínate, ahora, a esta edad, estoy de verdad ‘pendiendo de una desesperación silenciosa’ (como en la letra de Time), ya que voy a cumplir sesenta en pocos años más (risas), y todavía sigo escuchando el maldito Dark side of the moon. ¡¿Dónde se fue el tiempo?! El disco es eterno en ese sentido, es simple, es sobre la vida real. Eso no pasa de moda”.

Mirando hacia la eternidad, precisamente, Waters ha optado por llevar la posta de Floyd alrededor del mundo. “Ha habido un esfuerzo consciente de parte de Roger en los pasados quince años de, por decirlo así, reclamar el legado de la banda. Eso comenzó con la gira Dark side of the moon y luego vino The Wall. ¡Acá en Reino Unido su carrera solista estaba en el inodoro! En los noventa y a comienzos de los dos mil la gente no estaba interesada en ir a verlo, no estaba tocando en estadios, pero apenas hizo el show de The Wall cambió todo, se reconstruyó, ahora es de los artistas que más recauda junto con Springsteen y Madonna. Eso era impensado”.

“No sé si tenía que esperar a que su público creciera, o si se trataba de que era un show tan espectacular que incluso alguien que no era muy fan de Pink Floyd igual iba a disfrutarlo, porque era algo que trascendía el álbum. Pienso que fue muy inteligente y eso lo volvió a poner en la cima. Eso muestra su ambición, sus grandes ideas. Pink Floyd (con Gilmour) en The division bell hizo un gran show para su tiempo, pero no hay comparación. Si vas a ver un show de Gilmour solista, toca muchas de esas canciones (que toca Roger) pero es más modesto, todo se trata de su voz y su guitarra”.

Mark apunta el hecho de que Gilmour tiene prohibido tocar el material de The Wall. “Pink Floyd sin Roger no tiene el permiso legal. Cuando resolvieron la parte legal tras la separación una de las cosas a las que Roger se aferró fue The Wall, por eso después lo tocó en Berlín en los noventa y volvió a tocarlo después. Es cien por ciento su bebé”.

En el caso de otro clásico, Animals, la polémica entre Roger y Gilmour fue por las notas que el mismísimo Mark escribió para el remix que originalmente iba a ser publicado para su aniversario número 40, pero que terminó saliendo en 2022 sin el texto. “No me molesté porque me pagaron igual. Hubiera estado molesto si no hubiese sido así (risas). Le mandé el texto a Waters, se cambió, después a Gilmour y se cambió otra vez y luego quedó todo congelado. No se podían poner de acuerdo. Eso fue en 2017, me pagaron y se me olvidó. Un dia me despierto, veo el teléfono y tengo correos de Aubrey Powell (de Hipgnosis) y otra gente diciéndome que Roger había puesto algo online sobre lo que ocurrió. No he visto el texto en su web, pero es una versión de lo que yo escribí, no es mi original. No me importa si alguien se entera. Ese remix de Animals no necesita mis notas ni las de nadie porque es tan bueno que solamente tienes que escucharlo y puedes inventarte la historia que quieras sobre cómo se hizo (risas)”.

El show debe seguir

El sol es el mismo, relativamente hablando, y Waters se embarca en una nueva gira -This is not a drill- que lo traerá a nuestro país a fin de año: 25 y 26 de noviembre en el Estadio Monumental. Blake aún no ha visto el espectáculo, que en Reino Unido no ha sido anunciado.

Mark Blake, el biógrafo

“Lo vi por última vez en el Hyde Park cuando hizo el tour Us+them”, recuerda. “Y, lo quieras o no, o lo quiera Waters o no, mucha gente va a sus shows a ver ese tremendo espectáculo: aeroplanos, cerdos voladores o lo que tenga en mente y solo quieren escuchar las canciones. La gente se olvida de lo controvertido o político y solo quieren el show. Cuando fui a The Wall en el O2 estoy seguro de que muchos del público no deben haber tenido una copia del disco, pero asistieron igual ¡y no hay nada de malo en eso! Si los comentarios políticos o sobre la guerra logran llegar a alguien está bien. Es teatro y mucha gente no está interesada en el mensaje. A nosotros nos importa porque nos interesa en profundidad, pero muchos solo van al estadio a tomar unas cervezas y alucinar con que vieron un cerdo sobre sus cabezas o un aeroplano que se estrella en el escenario. Y si pueden escuchar nuevamente las de Dark side of the moon son felices. El legado siempre serán esos discos. Siempre”.

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