El mundo político de Tito Fernández: “Álvaro Corbalán era un gran admirador. ¿Y cómo me lo hago a un lado?”

Además de su legado en el folclore chileno, el Temucano -fallecido este último fin de semana- dejó una huella en el ámbito político, donde cultivó un perfil transversal e incluso llegó a ser idolatrado por los militares. Él mismo reconoció que durante los 80 cimentó un vínculo con el ex integrante de la CNI. Este último lo despidió hoy en un obituario y lo trató de "amigo".


Tito Fernández dejó una huella indiscutida en la música popular chilena: ahí están desde su irrupción en los años 70 sus numerosas canciones de simpleza cotidiana, como Me gusta el vino o La casa nueva, parte medular del folclor del país.

Pero su personaje también alcanzó los recovecos de la política. Pese a que en sus orígenes artísticos no quiso mezclar su lírica con los temas coyunturales que sacudían esos días –como sí sucedió con contemporáneos como Ángel Parra o Víctor Jara-, su figura siempre se asoció a personajes y situaciones propias de la última parte del siglo XX chileno.

Por ejemplo, un par de días después del Golpe de Estado, el 22 de septiembre de 1973, el autor fue arrestado por los militares. ¿La razón? Su militancia en las Juventudes Comunistas (JJ.CC.), su paso por el sello de la misma entidad (Dicap) y el hecho de formar parte del círculo artístico que también integraban Parra o Jara. También se le endosó el cargo de porte de armas.

Con esos antecedentes, fue llevado a la Escuela de Especialidades de la Fuerza Aérea; por una macabra broma del destino, la misma por la que había pasado en 1958 como alumno destacado. Pero Fernández fue liberado a los pocos días, bajo la orden de que no realizara presentaciones en vivo, mientras algunos de sus discos que podían despuntar cierta temática “de izquierda” fueron censurados.

También “lo salvó” el hecho de que haya aceptado en el encierro oficiar como garzón de los militares, salvándose de todas las palizas que se le propinaba al resto de los detenidos. Y no sólo eso: Fernández ya era un nombre de absoluta popularidad en la escena nacional, por lo que cualquier escenario que sucediera con él devolvía a la memoria la brutalidad del crimen de Víctor Jara, acontecido sólo unos días antes.

“Estaba muy caliente la cosa, ese fierro, el 22, no había pasado nada todavía. El día 13 había muerto Víctor Jara. Estoy seguro que si Víctor Jara no hubiera caído heroicamente como cayó, en su Universidad Técnica, con su gente, con los militantes de su partido, otra hubiera sido la suerte de nosotros. Los militares ya se habían dado cuenta que metieron la pata con la muerte de Víctor. Si tú piensas cuántos artistas más mataron, vas a ver que pocos, si encuentras, así populares. Porque cometieron un error. Yo creo que muchos le debemos la vida, puedo ser muy presuntuoso, pero eso es lo que siento en mi corazón, muchos le debemos la vida a la muerte de Víctor”, comentó en 2012 para The Clinic.

Además, él mismo dijo después en otras entrevistas que también fue beneficiado gracias que muchos militares eran “sus admiradores”. De hecho, ese vínculo lo marcó de por vida: Fernández podía declarar una audiencia transversal, ya que –como muy pocos en esos años-, sus canciones llegaban tanto a sectores de izquierda como de derecha, incluyendo militares.

“Alguien me dijo que Pinochet era mi admirador. Puede ser, si era un ser humano”, dijo en una entrevista de Culto de 2016.

Después, con respecto a su supervivencia artística en días de dictadura, apuntó: “Fue terrible: yo fui detenido, era un artista perseguido y cantaba en TV porque un fulano de determinado canal me consiguió un espacio para ese programa. Mi canto no era mío, ni yo tampoco, me podían matar al otro día. Pasé 17 años en esa disyuntiva. Pero había que comer, el canto era lo que me daba más dinero”.

Se queda en Chile

En efecto, El Temucano no vivió en el exilio ni fue perseguido por los agentes de la dictadura militar. Por ejemplo, se le permitió grabar un disco con el eximio pianista y arreglador Roberto Inglez, quien había sido recientemente nombrado por la junta militar como gerente del sello discográfico estatal y con quien ya había trabajado desde antes del Golpe.

En esos primeros años, se alejó de la izquierda dura para cultivar un perfil más neutral. Ese movimiento, según ha dicho, también escondía una estrategia: poder seguir contando con trabajo y ganar algo de dinero, el que destinaba a otros artistas que estaban cesantes o que no contaban con las mismas oportunidades. “Y por eso me dijeron ‘compañero no te asiles’, porque lo que yo hacía era transversal. Mi pega consistía en no tener relación con nadie que tuviera algún antecedente de izquierda, y en eso trabajé duro, muy duro”, relató en el mismo The Clinic.

Con ese perfil, pudo llegar a cantar a espacios emblemáticos de los 70 y los 80, como Sábados Gigantes o Chilenazo. “Y esto de la televisión te lo aclaro al tiro: hubo un personaje que cuando yo me desaparecí ese 22 de septiembre, mi señora habló con él porque él es muy buena onda y él consiguió una entrevista con el ministro del Interior del régimen militar y fue él con mi señora. Y este ministro del Interior, fíjate, le dio a mi señora un documento firmado por él, que le permitía entrar a todos los lugares a buscarme. Cómo no le voy a estar agradecido. Eso hizo. Un personaje importante me dio trabajo en la televisión. En Sábados Gigantes”, narró en 2012.

Con una tanda de conciertos un poco más reactivada, el artista pudo volver a los escenarios, pero antes debió acatar un par de órdenes, como sacar las palabras “obrero” y trabajador” de su repertorio. Como gesto de rupturismo, en 1978 organizó un homenaje a Víctor Jara en el Teatro Gran Palace, pero entre el público había una comisión de militares evaluando todo lo que cantaba. De hecho, a partir de ese show, iban a determinar si podía seguir presentándose o no. “Eso me lo dijo en Miami alguien de la CNI que ya jubilado me invitó a un asado: él estuvo ahí, hizo un informe positivo y yo pude seguir cantando”, recordaba en 2016 a este medio.

¿Y que sentía con respecto a sus compañeros exiliados? Lo abordó en ese mismo diálogo: “Me sentía haciendo algo muy importante. De hecho, yo iba para el extranjero a cantarles. Y ellos estaban afuera, no se exiliaron. No pudieron entrar, esa es la verdad. Otros decidieron irse. Yo me quedé acá para defender el canto popular. Los que hablan mal de mí lo hacen por envidia, porque no me exilié, porque no me morí. No puedo pedir: “por favor, mátenme para que se queden tranquilos”. Tú ves lo que ha hecho la TV con la Nueva canción chilena: nunca me mencionan, y eso que fui el más popular”.

Tito Fernández

Su visita frecuente a estelares de la TV y al circuito nocturno capitalino precipitó una de sus relaciones más controversiales: la que cimentó con el miembro de la Central Nacional de Informaciones (CNI), Álvaro Corbalán. El mismo Temucano ha reconocido que tuvo un lazo con el personero después condenado por violación a los derechos humanos en el Penal de Punta Peuco.

“Muchísimos (militares) eran más admiradores que siete del Temucano. ¿Y se los voy a prohibir? Muchos me quisieron ayudar. Alvaro Corbalán era un gran admirador. ¿Y cómo me lo hago a un lado? ¿Lo echo del camarín? Nunca me dijo si realmente me salvó la vida. Una vez me invitó a una gira con Pinochet y le dije que no. Otra vez me llamó para decirme que intentara parar una entrevista que yo había dado a la revista de la Vicaría, porque me iba a perjudicar. Hablé con la periodista y la sacaron. Otra vez hubo un simulacro de fusilamiento donde él tuvo algo que ver para que no me hicieran nada. Años después, le fui a preguntar si él me salvó la vida. Sólo se sonrió”, confesó a Culto.

“Nos conocíamos (con Corbalán), porque él era músico, iba a las peñas y era fanático de El Temucano. Un milico más fanático de El Temucano. Nadie sabía lo que venía”, sumó.

Un lazo controversial

En 2008, el escritor Pedro Lemebel aludió a la relación entre Fernández y Corbalán en su libro Serenata Cafiola. En una crónica titulada Guitarreando con la CNI, escribió: “En los subterráneos de la dictadura chilena, tal vez la música era parecida, también interpretada por algunos nueva oleros, aunque Álvaro Corvalán, uno de los jefes de la organización de la tortura, era adicto al folclore y tocaba la guitarra con cantantes protegidos del régimen. Entre ellos, Tito Fernández, un folclorista cercano a la nueva canción chilena en la Unidad Popular, quién fue detenido junto a otros tantos después del golpe. Y luego de algún tiempo de reclusión, lo dejaron en libertad y nunca dijo que le había ocurrido en esas mazmorras”.

El escritor recordó que El Temucano apareció un día en el programa de Don Francisco, “cantando y echando la talla con el gordo como si nada. Tito Fernández, fue un cantor del machismo doméstico, que nunca tuvo una producción musical interesante ni comprometida, pasó colado la censura cantándole a la tradición familiar. Así se hizo una cara protagónica en los shows estelares de la dictadura con su aplaudido valsecito lagrimero. Nunca más se acordó de la Peña de Los Parra donde de seguro conoció a Víctor Jara y le dieron trabajo cuando llegó a la capital siendo un desconocido”.

David Cortes

En entrevista con radio Bío Bío, Fernández le respondió a la crónica de Lemebel y a sus vínculos con Corbalán: “Es que no te podíai negar, poh (en la época de dictadura). ¿Cómo te ibai a negar? No te puedes negar, porque yo tenía una tarea, que era mantener vivo el Canto Popular costase lo que costase”.

“Que me perdone su memoria, pero yo nunca leí algo de Lemebel. Yo nunca lo conocí, y por ende él tampoco a mí. No sé por qué escribió de mí… Pudo haberme preguntado. No sé por qué lo diría, no tengo idea… Porque eso de que estaba en la televisión, ¿qué tiene de malo? No era el único que estaba en TV. La TV estaba llena de artistas en esos años”.

“Qué importa, que digan lo que digan, si lo que uno haga es lo que importa. Revisa mi obra y te vas a dar cuenta que yo tengo buenas relaciones con todo el mundo… Y lo que digan, lo dicen de Tito Fernández, de mí no, porque no han venido a mi casa nunca… No sé de dónde sacaron eso. Tal vez son demasiado jóvenes”, comentó.

Finalmente, hoy miércoles 15 de febrero, el propio Corbalán despidió al folclorista en un obituario en el diario El Mercurio. “Ante el sensible fallecimiento del destacado folclorista y amigo El temucano, don Humberto Baeza Fernández, me sumo a los sentimientos de pesar de toda su distinguida familia”.

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