“Básicamente se decían ‘te odio y voy a matarte’”: la guerra sin tregua de Roger Waters y David Gilmour

La carrera musical de una de las bandas más importantes de la historia no solo ha marcada por su calidad musical y éxito, sino también por la tensa relación entre sus dos cabecillas. Un cortocircuito que se mantiene hasta hoy. Aquí, sus principales capítulos.


Una de las bandas que no puede quedar fuera de cualquier documentación histórica de la música por su impacto y ventas alrededor del mundo es Pink Floyd. Emblema del rock progresivo, la búsqueda y la experimentación, el conjunto británico unió a dos de las creadores más importantes de los años 70, Roger Waters y David Gilmour. A pesar de la cima que tocaron con álbumes como The dark side of the moon (1973), Wish you were here (1975) y Animals (1977), los 20 años que Waters aportó con su voz, liderazgo y composición, estuvieron marcados por múltiples desencuentros y cruces de palabras con los otros miembros del grupo, fricciones que continuaron incluso luego de su salida.

De hecho, el peak del cuarteto con los mismos álbumes The dark side side... y Wish you were..., fueron el comienzo del liderazgo de Waters como cerebro y compositor. Esto se reafirmó con Animals, en que la participación de Gilmour en la escritura se remitió solamente a una canción, Dogs. El protagonismo de Waters se agigantó en 1979 con The wall. Un álbum conceptual ideado casi en la totalidad por su cabeza, donde habla de sus propios traumas infantiles.

*Grabación de The Wall y tour

En el apogeo de la su carrera como banda, con millones de ventas y el éxito internacional a sus pies, empezaban a asomar los primeros rounds entre Waters y el resto de los miembros. Para él, sus compañeros eran flojos y mediocres; ellos lo veían como un tirano. El trabajo de The wall era un pack completo; incluía disco, concierto y una película. Gilmour fue uno de los críticos del álbum y así lo admitía años después a la revista Rolling Stone. “Básicamente, [Roger] sentía que yo era completamente obstructivo. Lo cual no es del todo cierto. Mis críticas y objeciones fueron constructivas de la mejor manera posible”, confesaba el guitarrista.

Para este álbum, Waters, por primera vez en su carrera, contrató a un productor externo, Boz Ezrin. Este ya había trabajado con otros artistas como Alice Cooper y Kiss. Según cuentan las memorias del periodista Mark Blake en el libro Comfortably numb: the inside story of Pink Floyd, Waters se dirigía con desprecio al productor. “Al inicio, hubo un momento en que Roger me estaba mamoneando, y me giré y le dije: ‘¡Léeme los labios, hijo de puta, no puedes hablarme así!”, recuerda Ezrin en el libro.

El productor años después comentaba en Rolling Stone que la relación entre el bajista y Gilmour durante el proceso de grabación ya estaba deteriorada en ese entonces, lo que era evidente. “Todo se hizo bajo esa actitud inglesa, sonriente, de mano izquierda y confrontada que adoptan, con sonrisas y suaves voces. Pero básicamente decían: ‘Te odio y voy a matarte’. La guerra que existió entre esos dos tipos fue increíble”, dijo.

Este fue el último proyecto en el que participaron los cuatro miembros de la banda. Durante la grabación de The wall, Water despidió a Richard Wright mientras este se encontraba de vacaciones con su familia. Ante la negativa del tecladista, Waters lo amenazó con que si no abandonaba la banda, el disco no se publicaría bajo el nombre de Pink Floyd. Wright finalmente aceptó, y sólo apareció para tocar en la gira con un sueldo asignado.

Para promocionar el nuevo disco, la banda se embaracaría en un tour que arrancó el 7 de febrero de 1980. El show era tan ambicioso en su producción que solamente se pudo montar en cuatro ciudades, Los Ángeles, Uniondale, Dortmund y Londres. El público presenciaba el concierto mientras se construía un muro con ladrillos que acababa tapando por completo el escenario. En el final del recital, el muro caía derribado.

Mientras cantaban Another brick in the wall, aparecía una figura inflable de 14 metros de un profesor; en Mother, asomaba la figura de una mujer de 10 metros; también se proyectaban animaciones y se contrató un DJ para que tocara antes del show. Un concierto que contó con alto presupuesto e innovador. Así lo recordaba el director de iluminación, Marc Brickman, en una entrevista con Rolling Stone: ““Fue alucinante, me quedé sin palabras. Estaban montando una ópera en un show de rock and roll. En 1980 ni siquiera se podía soñar con ese espectáculo”.

Luego de un complicado proceso de grabación y con un integrante menos en la banda, el tour no quedó ajeno a los roces entre los miembros. Nick Mason en su libro Inside out: a personal history of Pink Floyd, recuerda que cada uno tenía su camarín particular, y que el de Waters y el de Wright estaban situados en extremos opuestos. “Creo que todos montamos fiestas por separado después de los conciertos, evitando cuidadosamente invitarnos unos a otros”, dijeron los integrantes.

Para cada show, Waters llegaba en su auto separado del resto y había que evitar cualquier tipo de contacto. El arquitecto que diseñó el escenario de la gira, Mark Fisher, dijo a RS que los músicos habían llegado al punto de que ya no se podían ver. Ni siquiera se saludaban.

*Salida de Waters y primeros cruces de palabras

En 1983, Waters hacía su despedida oficial de Pink Floyd con The final cut. Desde un inicio, Gilmour no estaba conforme con la producción y dirección del álbum, ya que según él contaba con muchas canciones que habían sido deshechadas de The wall. “Incluso Roger dice que fue un período miserable. Y él fue quien lo hizo completamente miserable, en mi opinión”, decía años más tarde.

El álbum ideado por Waters era un proyecto totalmente personal. Estuvo dirigido como una respuesta a la invasión de Reino Unido a Argentina en la Guerra de las Malvinas y estuvo dedicado a su padre, teniente que murió en la Segunda Guerra Mundial. Waters refutó los dichos de Gilmour y dijo a la misma RS: “Yo dije ‘quizás esto debería ser un disco en solitario. Les pagaré el dinero que hemos gastado, y haré de este un álbum en solitario’. No, ellos no querían eso, porque saben que las canciones no crecen en los árboles. Querían que fuera un disco de Floyd”.

En 1985 se oficializó la salida del bajista y comenzó una nueva era de Pink Floyd con David Gilmour, Nick Mason y la recontratación de Richard Wright. En 1986 Waters exigió que la banda se disolviera y dejaran de usar el nombre de Pink Floyd. Finalmente, el tema fue resuelto y los temas de The wall quedaron para Waters y el nombre de la banda para los otros.

“Hay muchas ideas falsas sobre el inicio de grandes hostilidades entre Roger y yo”, dijo Gilmour a Classic Rock en 1999. “Teníamos una relación laboral altamente productiva que funcionó bastante bien en The wall. Hubo algunas discusiones importantes, pero eran desacuerdos artísticos”.

Luego de la resolución, las aguas parecían más calmadas e incluso se reencontraron en un evento benéfico en 2005. Por última vez los cuatro miembros de Pink Floyd compartieron un escenario y tocaron 24 minutos en el Live 8 de Londres televisado para el mundo entero. “El momento era más grande que esos malos sentimientos”, dijo Gilmour tiempo después. En 2010 Waters y Gilmour tocaron en un concierto por Palestina y en 2011 el guitarrista hizo una aparición en Londres durante la gira de Waters.

En 2007, y con la esperanza de los fanáticos más presente que nunca después de lo ocurrido en 2005, Gilmour declaró que una reunión de Pink Floyd de cualquier manera, con o sin Waters, no sería correcto: “No veo por qué querría yo volver a esa cosa tan vieja. Es muy retrógrado. Quiero mirar más allá, y mirar hacia atrás no me divierte”.

*Último álbum de Pink Floyd y diferencias políticas

El último proyecto publicado por Pink Floyd, The endless river, fue lanzado el 2014 por Gilmour y Mason, con Wright como aporte póstumo. Luego de la muerte del propio Wright en 2008, los miembros restantes de la banda confesaron que no tenía sentido seguir con su carrera como banda solamente ellos dos.

En 2014, Gilmour organizó un homenaje a Wright que no contó con la participación de Waters. Más tarde el guitarrista confesaba a Rolling Stone: “Es un misterio para mí por qué alguien puede pretender que haga algo con él. Roger estaba cansado de estar en un grupo de éxito. Está muy acostumbrado a ser el único líder en toda su carrera. Yo tenía 30 y tantos años cuando Roger dejó el grupo. Tengo 68 ahora. He estado más de media vida sin él, así que la verdad es que no tenemos mucho ya en común”.

Nick Mason que siempre estuvo a un costado de los conflictos entre las voces principales de la banda dijo a la revista: “En mi opinión, creo que el problema es que Roger no respeta a David. Él siente que componer lo es todo, y que tocar la guitarra y cantar es algo que, no diré que nadie puede hacer, pero que todo debe juzgarse por la composición y no por la ejecución. Creo que a Roger le molesta el error que cometió al dejar la banda pensando que sin él se hundiría”.

El 2020 la polémica se reabrió con una publicación de Waters en su cuenta de Instagram. En un video, el bajista acusó a Gilmour de apropiarse de las redes sociales y página de Pink Floyd, y promocionar su carrera en solitario. “David cree que le pertenece. Creo que piensa que porque dejé la banda en 1985, él es el dueño de Pink Floyd, que él es Pink Floyd y que soy irrelevante y debería mantener la boca cerrada”, se quejó Waters.

Waters aprovechó de acusar que las obras de la esposa de Gilmour, Polly Samson, eran publicadas y promocionadas por las redes de los Floyd. En ese entonces, Gilmour optó por el silencio y la polémica quedó ahí.

La herida se volvió a abrir el 2022 con el conflicto de Rusia y Ucrania. Waters en una entrevista con CNN acusó a Joe Biden de incentivar la guerra y culpó a la OTAN del conflicto. Gilmour, que tiene lazos directos con Ucrania, en abril le dijo a The Guardian: “Dejémoslo en que estoy decepcionado y sigamos adelante. Léelo como quieras”.

El último round y que esta vez llegó a acusaciones mayores fue este lunes. Luego de una entrevista que Waters dio al medio alemán Berliner Zeitung, aprovechó de criticar a sus ex compañeros de banda por haber lanzado una canción de apoyo y con fondos a Ucrania, Hey Hey Rise Up. “Vi el video y no me sorprende, pero lo encuentro muy, muy triste. Es tan extraño para mí, esta acción es tan carente de humanidad. Fomenta la continuación de la guerra”, dijo Waters.

La esposa de Gilmour le contestó a través de su cuenta de tuiter con el apoyo de este: “Lamentablemente, Roger Waters, eres antisemita hasta la médula. También un apologista de Putin y un mentiroso, ladrón, hipócrita, evasor de impuestos, sincronizador de labios, misógino, enfermo de envidia, megalómano. Basta de tus tonterías”.

Un cruce de palabras entre quienes conformaron una de las bandas más importantes de la música. Y cuya historia hoy es lo más parecido a una teleserie.

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