Dura crisis en el Museo de la Memoria: director sale en medio de acusaciones de nula gestión de malos tratos

Francisco Estévez, quien asegura haber salido por cumplir su período, desmiente a Culto que haya habido una mal manejo de las acusaciones que funcionarios del Museo le hicieron llegar donde daban cuenta de malos tratos laborales. Del sindicato, aseguran que el exdirectivo fue "poco concreto" al momento de tomar medidas al respecto.


“No existe eso. No existen acusaciones de mala gestión”. Así de tajante es al teléfono Francisco Estévez, el exdirector ejecutivo del Museo de la Memoria y los Derechos Humanos, cuando recibe la llamada de Culto. Desde el pasado 7 de octubre ya no detenta el cargo que tuvo por cinco años (aunque hace unos meses se le había concedido una extensión por unos meses), pero aclara que no fue una desvinculación.

Estévez asumió el cargo en julio de 2016, tras haberlo obtenido mediante Concurso público. Su gestión se vio salpicada por una serie de acusaciones dadas a conocer a la luz pública en junio de este 2022, en que se daba cuenta maltrato laboral y negligencias administrativas, lo cual derivó en la salida de todo el equipo de comunicaciones producto de enfermedades derivadas de un mal ambiente laboral.

De hecho, Culto accedió a una misiva que el Sindicato Nº1 del Museo hizo llegar a Estévez el pasado 15 de marzo, “a raíz de las permanentes denuncias por maltrato y/o acoso laboral ocurridas dentro de la institución, su manejo por parte de la institución”. Además, el organismo criticó el manejo del tema que estaba llevando su administración. “Existe una opinión generalizada respecto a la falta de transparencia para abordar estas temáticas, mal manejo de las denuncias y sus resoluciones, tanto con las partes involucradas, como con los equipos afectados, además de tratos desiguales entre funcionaries sin criterios establecidos, lo que conlleva a sentimientos de impunidad, vulnerabilidad e injusticia dentro del espacio laboral”.

Entre las medidas solicitadas estaban: “Revisión del protocolo de buenas prácticas y de manejo de situación de acoso laboral; Aumentar los mecanismos de transparencia y bajada de la información a todes les funcionaries del Museo, no sólo miembros del sindicato, además del directorio, respecto a denuncias o situaciones de maltrato laboral, en base a un protocolo conocido y difundido por todas y todos; Realizar investigaciones formales, llevadas adelante por entidades externas al Museo; Actualizar por parte de Recursos Humanos, de las denuncias en curso a quienes se integran a la institución, junto con establecer y comunicar canales para realizar descargos de este tipo”.

Museo de la Memoria

Las voces

Testimonios recogidos por La Tercera de una serie de funcionarios -de quienes se protege sus identidades- dan cuenta del mal ambiente laboral que existía en la institución.

Una exfuncionaria del área de Educación señala: “El museo es un lugar donde reina plenamente la violencia, un lugar de mucho dolor y donde se ve lo peor de las personas que trabajan en asuntos de derechos humanos. Los grados de violencia o de vulneración no me lo esperé jamás. Superó todo lo que pude llegar a imaginar. En el área donde estuve siempre hubo problema con las jefaturas. Siempre hubo trato despectivo con quienes no son familiares”.

“Francisco (Estévez) transformó el lugar en un espacio de mucha violencia. Una vez unas jefas se agarraron casi a combos. Había un bullying permanente y la preferencia por la mediocridad era evidente. Yo por eso terminé con un tratamiento de la ACHS porque ahí la lógica es hasta agotar a la gente y que renuncie. Lo pase pésimo, porque no podía darme el lujo de renunciar. Perdí pelo, no podía dormir, subí de peso, hasta que a mediados de enero me echaron, porque el Museo de la Memoria es finalmente un espacio para operadores políticos. Se hizo campaña, el hijo de una víctima te podía hacer y decir de todo y tú no podías hacer nada. En mi relación personal, Francisco se tomaba la confianza de hacer preguntas íntimas, no sexuales, pero sí íntimas y nadie le había dado esa atribución. Me tenían casi de guardia, ninguneaban mi trabajo, me quitaban responsabilidades. Lo único que quería era que me despidieran”.

Otra exfuncionaria, pero del área de comunicaciones, señala: “Francisco (Estévez) nunca reconoció los lineamientos del museo en torno a verdad, justicia y reparación. Nunca durante su gestión hubo justicia en denuncias de acoso laboral, sepultaron y minimizaron todos los casos, y como la gente se va con miedo a denunciar, no se alcanza mayor notoriedad pública y las cosas siguen igual. Él era quien permitía que los directivos y algunos jefes de área mantuvieran malos tratos, yo empecé con una licencia por estrés laboral y aun así la jefatura me pedía trabajar”.

Museo de la Memoria

También del área de comunicaciones habla un exfuncionario: “Siempre fue rumor de pasillo que Francisco (Estévez) no hacía nada con las denuncias. Hay demandas laborales en la ACHS y en la Inspección del Trabajo, pero la mayoría no lo hace público para no dañar la institución. Siempre se jacta de que creó el comité de buen trato, pero esta sólo integrado por funcionarios, no tienen expertos externos. Cualquier tema que llegue al comité, se corta ahí mismo”.

“Él no tiene malos tratos, pero si ha permitido que los directivos o jefes abusen. Por ejemplo: María Luisa Ortiz, que es Jefa de Colecciones e Investigación y amiga íntima de la expresidenta Bachelet. También María Luisa Sepúlveda, que es amiga de ambas y que hasta hace poco era la presidenta del directorio. Hay hasta proveedores externos que han dejado de trabajar con el museo por malos tratos recibidos por sus trabajadores. Le han hecho la cama a cualquier que no sea del mundo tradicional de los DD.HH. Creen que, por haber sufrido situaciones tan horribles, el estándar de violencia es mayor o que denigrar, gritarle a la gente, hacer que trabaje mil horas, no es maltrato, cómo se va a comparar eso con lo que sufrieron ellos”.

Un nombre que se repite el de las acusaciones es el de Fanny Santander, funcionaria que hasta hoy permanece en el Museo. “Es una de las maltratadoras -indica la primera extrabajadora citada-. Ella hace las indemnizaciones, que son conforme a lo que corresponde, pero no hay justificación para el despido, porque Francisco es un salamero, siempre tu trabajo es el mejor. Ha quemado profesionales del arte, y de varias otras áreas y sale impune porque es hábil políticamente. Fanny es inmoral, se dedica a castigarlos. Les gritaba se preocupaban de cómo se vestían Te golpeaba la mesa y gritaba por informes mal hechos”.

Las situaciones contra Santander se arrastran de hace años, incluso, este medio accedió a cartas que dan cuenta de acusaciones del mismo tenor enviadas en 2012 al antiguo director, Ricardo Brodsky.

“Cumplí mi período”

El exdirector reconoce que tomó medidas al respecto, aunque sin tomar el guante del todo frente a los hechos que se le colocan frente a su mesa. “Cuando hay situaciones de conflicto, como pasa en todas las instituciones, se creó un Comité de buen trato, hay un Reglamento de buen trato, que es importante para todas las organizaciones, especialmente para las especializadas en DDHH. Pero no hay acusaciones al respecto”.

El también historiador de la Universidad Católica explica que su cese del cargo es algo programado y que no obedece a alguna contingencia. “En junio se estableció la renovación de parte del directorio, también la renovación de la Dirección ejecutiva. Eso es lo que ocurrió. Cumplí mi período”.

Estés señala que contra él “no existen acusaciones”, pero aclara “sí hay procesos de cómo una institución tiene que hacerse cargo de situaciones de convivencia o el trabajo interno, los recursos humanos. Eso es exigencia para todas las instituciones, en especial para las que trabajan temas de DDHH”.

Además, Estévez señala que no repostulará al cargo. “Me lo han pedido, pero no lo voy a hacer. Es así de simple, cuando uno termina un período es reelegible, y yo opté por no continuar porque cumplí un ciclo con mi trabajo. No es que haya sido desvinculado, en ningún caso. Es un momento de transición institucional”.

“Me siento muy conforme con el museo, con todo lo que ha hecho, muy agradecido de su directorio, de todo el equipo de funcionarios y funcionarias que trabajó conmigo”, agrega.

Por el lado del sindicato del Museo, Daniela Fuentes, su presidenta, indica: “Lo que nosotros como sindicato necesitábamos, era que el director ejecutivo tuviera acciones concretas respecto de lo que estaba pasando en ese sentido y él derivó situaciones a otro tipo de comités que no estaban conformados, que no estaban funcionando. Entonces en un momento no había acciones concretas, por lo que lo emplazamos como máxima autoridad y al directorio para que sí se tomara acciones. Finalmente eso derivó en que los protocolos se están renovando con representación de todos los trabajadores y con un directorio mucho más involucrado en la realidad del museo”.

“Se tomaron medidas basadas principalmente en el mayor involucramiento del directorio, no por un cambio de actitud del director. Nosotros creemos que las autoridades del museo tienen la responsabilidad de velar por el buen funcionamiento de las instituciones, y como él tiene el cargo que tiene, tenía responsabilidad, y lo mismo los directores. Él (Francisco) fue poco concreto”.

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