Una noche de terror en París: la trágica historia de la redada del Velódromo

Foto: Life

Entre el 16 y 17 de julio de 1942, hace 80 años, la policía francesa llevó a cabo un gigantesco operativo en que arrestó cerca de 13.000 judíos de París, por acuerdo del gobierno de Vichy y el régimen nazi. Estos fueron trasladados a un Velódromo y a varios campos de paso, antes de ser enviados a la muerte al infame campo de concentración de Auschwitz.


A las cinco de la mañana del jueves 16 de julio de 1942, los golpes se escucharon fuertes en las puertas de varias casas de Paris. Era la llamada de la policía, que se presentó en los hogares de familias judías, con orden de detención en mano. Pero era más bien la llamada de la muerte.

En ese momento, el gobierno francés de Vichy estaba en pleno proceso de colaboración con las fuerzas nazis que ocupaban parte del territorio galo, tras su victoria en junio de 1940 celebrada por el mismo Adolf Hitler, con inesperados bailecitos delante de sus generales. “La capital se trasladaba a Vichy y se creaba una línea de demarcación que separaba Francia en dos; la del norte permanecería ocupada por los alemanes con vistas a futuras acciones contra Inglaterra, mientras que la del sur, conocida como la Francia de Vichy, colaboraría en todos los órdenes con el Tercer Reich”, explica Jesús Hernández en su Breve Historia de la Segunda Guerra Mundial.

Y en esa colaboración, se incluía a los designios de las autoridades alemanas frente al destino de la población judía residente en las capitales europeas conquistadas por la maquinaria militar del Führer. Para el verano boreal de 1942, el régimen nazi planificó la deportación masiva de judíos hacia su floreciente red de campos de exterminio, cuyos métodos se habían probado con la población más indefensa disponible: los enfermos mentales.

“En 1942, el régimen nazi contaba ya con una extensa red de campos de concentración, bajo el mando de las SS de Heinrich Himmler -explica Hernández-. El primero, Dachau, había sido inaugurado en 1933, en una de las primeras decisiones de los nacionalsocialistas al llegar al poder. A partir de entonces, el número de campos continuó creciendo, ante la llegada masiva de nuevos internos, ya fuera por motivos políticos, o por tratarse de mendigos, prostitutas, homosexuales, Testigos de Jehová, gitanos, personas aquejadas de enfermedades venéreas, alcohólicos, ‘psicópatas’ e incluso ‘infractores de las normas de circulación’, considerados todos ellos como ‘asociales incontrolables’”.

Todo era parte de la llamada “solución final”, con la que los nazis pretendían borrar de un golpe a los judíos de Europa. “La puesta en marcha definitiva de la Solución Final se produciría el 20 de enero de 1942, cuando 14 funcionarios dirigentes de la administración ministerial y las SS se reunieron en una apacible villa en Wannsee, junto a un bucólico lago cercano a Berlín, para organizar la denominada Solución Final al problema judío”, explica Hernández.

Por ello, el nazismo planificó la operación Viento de Primavera. Un eufemismo para llamar al arresto masivo de ciudadanos judíos desde las capitales como Bruselas, Amsterdam y Paris. Era el paso final ya que previamente, los ciudadanos judíos locales habían sido expulsados de ocupar sus profesiones, censados y fichados, e incluso, en París ya se había efectuado una primera redada en 1941. Así, el gobierno de Vichy contaba con información detallada sobre los judíos, en especial a los de origen extranjero; más de 55.000 de estos habían escapado desde europa del este hacia Paris, a fin de evitar su captura por parte de los nazis. Para su desgracia, su suerte ya estaba decidida.

Más aún, los arrestos de judíos y la consiguiente obligación a portar una estrella de David amarilla, eran recibidos con indiferencia por la población. Hay consenso entre los autores respecto a que el antisemitismo era muy profundo en la población europea, lo que fue aprovechado por el régimen nazi. “Habría que pensar que Hitler comprendió a la perfección la necesidad de crear un enemigo exterior que galvanizase a sus seguidores y al que se le pudiera culpabilizar de las deficiencias del sistema, una estrategia que —no por casualidad— han seguido todos los regímenes totalitarios sin excepción. Así pues, el judío se convertía en el gran enemigo del Reich”, señala Hernández.

Una noche de terror

Así, entre el 16 y 17 de julio se llevó a cabo una redada masiva entre los judíos de Paris, ya identificados y censados por las autoridades. Se movilizaron a más de 7.000 efectivos de la policía e incluso se usaron buses del transporte público para trasladar a los prisioneros. Las órdenes a los policías eran claras: una vez verificada la identidad de las personas, se les detenía sin más de la forma más rápida posible, evitando comentarios y haciendo caso omiso a sus alegaciones. Incluso se debía pasar por alto cualquier condición de salud. Los detenidos podrían llevarse con ellos, a lo sumo, una manta y un par de zapatos.

Foto: Mémorial de la Shoah

Tras la redada se detuvo a 12.884 judíos; 4.051 niños, 5.802 mujeres, 3.031 hombres. Una vez revisados, se decidió que aquellas familias con hijos mayores de 16 años y los sujetos tomados en solitario, serían enviados al campo de Drancy, mientras que unas 8.000 personas, entre estos, niños entre 2 y 16 años fueron conducidos al Velódromo de Invierno. Allí fueron recluidos sin comida, agua y mínimas condiciones higiénicas.

Luego de cinco días de encierro en condiciones espantosas, los prisioneros del Velódromo fueron conducidos hacia los campos de Pithiviers y de Beaune-la-Rolande, donde debieron sufrir el hacinamiento ante la llegada de masiva de personas desde otros rincones. Pero se trataba nada más de una estación de paso; entre julio y agosto, los trenes comenzaron a llevar a los detenidos hacia su destino final, el infame campo de concentración de Auschwitz, donde en su mayoría, fueron exterminados.

Con los años se señaló a la Sección IVB4 de la Gestapo, dirigida por Adolf Eichmann, como la responsable del operativo, en acuerdo con el gobierno de Vichy. Eichmann, un furibundo antisemita, contó con el apoyo de algunos de sus hombres más cercanos como los capitanes Alois Brunner, Theodor Dannecker y Heinz Rothke. Pero aquella redada marcó un episodio vergonzoso en la historia francesa; en 1995, el entonces Presidente Jacques Chirac, desde el mismo lugar en que estaba emplazado el Velódromo, reconoció la responsabildad de Francia en los hechos y pidió perdón a la población judia. “Francia, patria de la ilustración y de los derechos humanos, tierra de acogida, de asilo, cometió entonces algo irreparable: faltó a su palabra y entregó a los verdugo a sus protegidos. Con ellos mantenernos una deuda imprescriptible”, señaló.

Una reciente exposición en Paris, muestra los dibujos realizados en 1967 por el dibujante Jean Cabu -muerto en el atentado contra la revista Charlie Hebdo en 2015-, en que retrató la redada tras descubrir la historia en un libro. Un episodio oscuro para Francia, que había sido convenientemente olvidado en la noche de los tiempos. Era tiempo de enfrentarlo como una herida del pasado.

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