“La última gran banda del rock chileno”: Las claves de la popularidad de Los Bunkers en la hora del regreso

Los tickets para el anunciado regreso de la banda penquista, se agotaron en menos de una jornada, lo que da cuenta de la vigencia de su obra pese a que se mantuvieron en receso por ocho años. Entre los factores a considerar, los especialistas detallan la buena factura de sus canciones, el vínculo con los grandes nombres del pasado, el rol de las radios, y además explican por qué, hasta ahora, son la última agrupación que ha conseguido tal masividad.


Fue en marzo de 2014 cuando Los Bunkers, por entonces con casi quince años de carrera entre el escenario y el estudio de grabación, anunciaron un receso indefinido que los alejó de la actividad artística por ocho años. Pero desde hace al menos tres, como informó Culto, la banda comenzó preparar el retorno, que tuvo un fugaz anticipo en dos únicos shows en Plaza Italia y los pastos de la Universidad de Concepción, en diciembre de 2019, durante los días del estallido social.

Esas ventanas de actividad demostraron que la popularidad de la banda se mantenía intacta, lo que se ratificó en que los 34.000 tickets disponibles para su show de regreso en el Estadio Santa Laura se agotaran en horas. Incluso, en plataformas como Spotify, la música del grupo mantiene una media de dos millones de oyentes mensuales, una cifra similar a la de otros insignes de la música chilena como Los Prisioneros, lo que ratifica su condición de banda de alcance masivo.

bunkers

Una voz autorizada para comprender la relevancia de la obra del quinteto, es Mauricio Melo, histórico músico penquista e integrante de bandas emblemáticas como Santos Dumont y Emociones Clandestinas, quien ejerció de productor musical en el primer álbum del grupo editado en 2001. “Los Bunkers renovaron la música chilena con una fórmula bien simple: canciones bonitas, bien hechas, letras honestas que hablaban de temas cotidianos, que le pueden pasar a cualquiera. Eso dejó mucha gente con ganas de escucharlos”, explica a Culto.

“Es la última gran banda del rock chileno que recuerdan los albores de los 2000, con esas guitarras, ese afán garajero, esa raíz en el brit rock sesentero y pocas bandas, sino Los Tres, podían hacer eso tan bien”, comenta Alfredo Lewin, conductor en radio Sonar. Asimismo, subraya el regreso al contexto actual, dominado por la música urbana. “La reunión genera la idea de algún futuro para este rock de guitarras enraizado en la tradición británica, y por qué no decirlo, en nuestro folclor, que hoy día es contracultural”.

Una propuesta musical que, dicen, fue tejida a pulso, merced a una férrea disciplina y una total confianza en sus capacidades. “Eran muy profesionales, tenían una disciplina de ocho horas diarias de ensayo, pero vivían en condiciones muy precarias -recuerda Mauricio Melo-. Venían recién llegando a Santiago, en algunos casos. No tenían plata ni para la micro, ahí nos arreglábamos, hacíamos unas ollas de porotos de repente, pero siempre con los objetivos muy, muy claros. El lugar al que llegaron fue por haber trabajado bien y por su talento artístico”.

Los Bunkers

Raíces y el empuje de la radio

En el plano musical hay algunas claves. “El álbum Vida de perros (2005) fue la consagración, pero Canción de lejos (2002), con la producción de Álvaro Henríquez, es un compendio de buenas canciones -explica Alfredo Lewin sobre el disco que incluyó clásicos como Miño o Las cosas que cambié y dejé por ti-. Además contaban con varios compositores y varias voces, siendo claves las composiciones de Francis Durán para esta factura de buenos temas, los que se pueden bajar fácilmente a una guitarra acústica. Y la voz de Álvaro López, como cantante en varios de los hits, es inolvidable. Tiene mucha personalidad, es como una voz de la Nueva Ola”.

Para Mauricio Melo, otra clave reside en el interés del grupo por acercar el lenguaje del rock a la obra de exponentes de la música popular vinculada a las raíces, como se escucha en sus versiones para temas de Inti Illimani y Violeta Parra e incluso Los Ángeles Negros. “Desde sus comienzos, ellos tuvieron interés en grandes compositores chilenos, recuerdo cuando grabaron las Raras Tocatas Nuevas, en la Rock & Pop, hicieron El derecho de vivir en paz, de Víctor Jara. Después lo fueron desarrollando, pero eso siempre estuvo”.

Precisamente, la difusión de Los Bunkers en las radios es un factor que remarca Alfredo Lewin. “Contaron con el último gran hito de la radiofonía chilena, que fue Rock & Pop, como radio del rock chileno. Ahí su director, Marcelo Aldunate, tiene mucho que ver en que artistas como Los Bunkers, y de pasada, Francisca Valenzuela, hayan tenido el éxito que tuvieron, porque la parrilla de la R&P se instaló de una manera que hoy las radios no podrían dan cuenta”.

Pero hacia el momento del receso, la música había cambiado. Si bien, bandas como Teleradio Donoso, Astro, Niño Cohete y Ases Falsos (salvo los últimos, las otras ya no están en activo), tenían cierta popularidad, ninguna escaló hacia un puesto en la cima de la masividad como los penquistas. Era el momento de los solistas, con nombres como Gepe, Javiera Mena o Álex Anwandter -quien salió desde las filas de Teleradio-. “Habían nombres, pero faltaba la idea de un colectivo, porque tienen una cierta mística, son como hermanos. En el mundo, el concepto de la banda de rock o de pop, se ha ido perdiendo, pero se mantiene”, asegura Lewin.

Desde su vereda como productor e integrante de bandas, Mauricio Melo tiene su mirada al respecto. “Creo que han habido proyectos que han sido potentes, yo creo que la banda que iba a alcanzar a Los Bunkers era Niño Cohete, que cerraron su carrera de forma muy abrupta. Pero la música cambió, se abrió hacia muchas partes y Los Bunkers tienen que ver con una forma de hacer música más del siglo XX, de la canción más tradicional, y no tanto con máquinas como ahora”.

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