Aretha Franklin, un dolor secreto: los dramáticos inicios de la Reina del soul

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Su voz fue la esperanza para toda una generación, en un contexto en que las protestas por los derechos civiles de los afroamericanos alcanzaban uno de sus puntos más álgidos en Estados Unidos. Durante su carrera, e incluso después de su muerte, cosechó innumerables reconocimientos que la posicionaron como una de las más grandes artistas musicales de todos los tiempos. Sin embargo, bajo todo este halo de éxito, la cantante mantuvo siempre en secreto su dolor, el que atravesó gran parte de su vida. A 80 años de su natalicio, en Culto recordamos parte del legado de una de las más importantes figuras de la música popular.


Durante sus más de 50 años de carrera, toda la grandeza de Aretha Franklin fue de conocimiento público. Posicionándose en 1960 como la reina de soul, la cantante estadounidense no solo destacó por su impresionante registro vocal, cuya facilidad para expresar el dolor sería su uno de sus sellos distintivos, sino también despuntó durante sus años de mayor éxito como una figura influyente en el movimiento por los derechos de los afroamericanos en Estados Unidos y un ícono del empoderamiento femenino.

Los reconocimientos a su trayectoria e influencia en la historia de la música le fueron otorgados en vida de distintas maneras: en 1987 ingreso al Salón de la fama del Rock and roll, marcando el hito de ser la primera mujer en hacerlo, y de acuerdo a la revista Rolling Stone, inscribió su voz como la mejor de todos los tiempos.

Sin embargo, toda esta aura de fama y prestigio escondía tras de sí una sucesión de diferentes eventos trágicos. Los que ella misma intentaría ocultar hasta sus últimos días. La historia, marcada por el alejamiento de su madre durante su infancia, estuvo además determinada por la manipulación en el comienzo de su carrera por parte de algunos de los hombres de su vida.

Todos podían ver en ella su potencial. Siendo aún solo una niña, se le reconoció que su talento era innato, lo que la llevó a viajar durante su primera gira con solo doce años, siempre bajo el amparo de su progenitor.

En ese sentido, su refugio frente a los golpes que recibió durante su vida, los que la cantante era reacia a comentar, fue el canto. Así, sin importar todo lo que la vida le puso por delante, logró reinar como una de las cantantes más importantes e influyentes de la cultura popular norteamericana hasta sus últimos días.

Su primeros años

Aretha Louise Franklin nació en Memphis, Tennessee, un 25 de marzo de 1942, siendo hija de Barba Siggers y Clarence LeVaughn Franklin. Su padre, con solo 16 años, se convirtió en un reconocido predicador de la iglesia bautista, y su madre destacó por su registro vocal como cantante de gospel.

Motivados principalmente por la vocación espiritual del padre de la familia, Aretha Franklin junto sus hermanos Ema, Cecil y Carolyn, decidieron trasladarse a Detroit en 1944. Ahí Clarence Franklin ejercería como principal predicador de la Nueva Iglesia Bautista Bethel.

Durante estos años, su padre comenzaría a ser reconocido como la “Voz del millón de dólares”, destacando por su capacidad oratoria en enérgicas prédicas que aglutinaban a más y más fieles durante las ceremonias. Además, en pleno apogeo de la lucha por los derechos civiles de la población afroamericana, su padre fue un cercano confidente del líder Martin Luther King.

La fama y posición de poder adquirida por él, pronto lo llevaron a involucrarse en una serie de relaciones fuera de su matrimonio, a tal punto que incluso fue padre de una niña. La madre era una feligrés de su propia iglesia y tan solo contaba con 13 años en ese entonces. Sin embargo esto era normalizado en aquél círculo.

Aretha Franklin junto a su padre y hermanos.

Este hecho, sumado a su marcado perfil de maltratador, determinó que la madre de Aretha Franklin decidiera separarse de su esposo en 1948. Si bien se ha instaurado la versión de que Bárbara Siggers abandonó a su familia, según lo señalado por el historiador estadounidense Nick Salvatore, en realidad ella acudía de manera asidua a visitar a sus hijos. De hecho, Aretha Franklin siendo aún una niña continuó viendo a su madre durante cada verano, hasta que un 7 de marzo de 1952, Bárbara Siggers falleció producto de un infarto.

“No puedo describir el dolor, ni lo intentaré. El dolor a veces es un asunto privado, y el dolor de los niños pequeños que pierden a su madre desafía toda descripción”, señalaría Aretha Franklin sobre el fallecimiento de su madre en 1999 durante una entrevista para la revista Jet.

Pese a esta gran pérdida, Aretha Franklin había encontrado ya por entonces su refugio dentro de la música. Desde muy pequeña disfrutaba interpretando los ritmos enraizados dentro de su familia, los que se caracterizaban por reproducir a grandes artistas como Duke Ellington y Ella Fitzgerald en todas las fiestas.

“Cuando Aretha se sentaba, incluso con siete años, empezaba a tocar acordes, grandes acordes (…). Todo lo que podía hacer era verla como una niña maravillosa”, señalaría el cantante Smokey Robinson, quien frecuentaba la casa de los Franklin, en el libro biográfico de la cantante escrito por David Ritz.

Debido a ese gran talento Aretha Franklin realizó sus primeras presentaciones desde muy pequeña, frente a selectos invitados que llegaban a la casa de su familia y que quedaban inmediatamente asombrados con su gran talento. De hecho, se dice que por entonces su padre contrató un profesor de piano para ella, el que abandonó rápidamente. Si bien en un principio esto generó cierta incomodidad a su progenitor, sus dudas de disiparían al ser consciente de que su hija gozaba de oído absoluto: a Aretha Franklin le bastaba con escuchar solo una vez una melodía y era capaz de interpretarla inmediatamente a la perfección, teniendo así un don natural.

De acuerdo a la revista Rolling Stone, Aretha incluso señaló en algún momento: “El aprender a tocar de oído me permitió desarrollar un estilo bastante personal y propio, que atesoro y al que no renunciaría por nada ni por nadie”.

De esta forma, consciente ya del privilegiado don de su hija, que con solo 10 años y la timidez propia en una niña de su edad podía tocar prácticamente cualquier canción que se entonara en la iglesia, Clarence Franklin decidiría llevar a la pequeña Aretha durante sus presentaciones alrededor de Estados Unidos. Sin embargo, su primera actuación ante un público multitudinario, no le resultó algo fácil de digerir.

Los días previos a la presentación de su primera aparición en 1952 en la Iglesia Bautista de Bethel, Aretha Franklin pasó varios días encerrada en su habitación en absoluto silencio, tanto que su hermana, Erma Franklin, dudó si ella sería capaz de interpretar las estrofas de Jesus be a defense. Sin embargo, dada la edad de la artista, quien además nunca comentó lo que realmente pasaba, la presentación era inevitable.

Durante el gran día, Aretha Franklin se sentó en la banqueta del piano, frente a la expectante mirada de dos mil personas y ejecutó su obra. Su voz desbordó la iglesia y todos los asistentes quedaron gratamente sorprendidos.

“Convirtió su dolor en una belleza intensa”, señalaría Erma Franklin sobre la voz de su hermana.

El nacimiento de una estrella

Luego de su debut, la llegada del éxito no se haría esperar. Sin embargo, la llegada de un hijo entre las diferentes giras que realizaba bajo la tutela de su padre, interrumpiría el plan. Con 14 años la cantante fue madre de Clarence el 28 de enero de 1955. Al poco tiempo además se sumó Edward, su hermano.

Si bien el nombre de ambos niños jamás se dio a conocer, pues Aretha Franklin jamás lo reveló, su padre, lejos de preocuparse por la situación, le solicitó a su esposa que se hiciera cargo del cuidado de sus nietos para que la artista pudiese continuar sus giras.

En plena adolescencia y siendo madre de dos hijos, Franklin no detuvo jamás las multitudinarias presentaciones que llevó a cabo en las distintas iglesias bautistas de Estados Unidos. Siempre bajo el alero de su padre, la cantante fue ganando cada vez más reconocimiento y llegó a su primera grabación de estudio en 1956. En el sello JVB/Battle Records, Aretha Franklin plasmo toda la energía del gospel en distintas interpretaciones. El disco más tarde sería reeditado bajo el nombre de The gospel soul of Aretha Franklin (2016).

Esa grabación, abrió paso a lo que sería el primer disco que la cantante interpretaría en música secular. Aretha (1961) fue un hito en su carrera y rápidamente su fama se expandió más allá de la religión. Así en 1962 fue fichada por el sello discográfico de Columbia, que por entonces se encontraba bajo la dirección de John Hammond, uno de los cazatalentos más importantes del siglo XX.

Desde el primer momento el productor musical quedó fascinado con la voz de la joven y de acuerdo al libro Aretha Franklin (1989) del autor Mark Bego, Hammond incluso consideraba que ella no era consciente del talento que poseía. “Era un genio ignorante, la mejor voz que he escuchado desde Billie Holiday”, señalaba por esos días.

Durante su etapa en Columbia, la cantante lanzaría diez álbumes que no solo abarcarían el soul, sino también realizaría discos más cercanos al r&b y el jazz. Así, pese a que ella en un comienzo no se sentía demasiado cómoda con estos ritmos, ya que siempre quiso posicionarse como una artista de soul, algunos discos como Unforgettable: a tribute to Dinah Washington (1964) demuestran que ya en sus primeras grabaciones la artista poesía gran versatilidad.

Por entonces ya estaba en su vida otras de las figuras que marcarían a Aretha Franklin: el productor y empresario Ted White.

La cantante había conocido a quien sería su primer esposo y mánager durante una fiesta en su hogar en 1954, cuando ella contaba solo con 12 años. Sin embargo, no sería hasta 1961 en que ambos contraerían matrimonio. Por entonces, Franklin tenía 19 años y White 30.

Según se señala en la biografía de la cantante escrita por Davit Ritz, la decisión de Aretha Franklin para casarse con White significó por entonces la única opción para que ella consiguiera salir del control paterno. Sin embargo, con los años, ambos desarrollarían una tormentosa relación que estuvo marcada por el permanente control que White ejercía sobre Franklin.

Sin bien la cantante rara vez habló ante la prensa sobre su relación con White, algunas fuentes han apuntado que sería él el principal responsable en arrastrar a Aretha Franklin hacia el alcoholismo. Pues además de ejercer violencia física sobre ella, constantemente la presionaba para grabar canciones en busca de éxitos que se tradujeran en beneficios monetarios.

Debido a esto, la cantante decidiría separarse de White en 1969, solo dos años después de haber puesto término a su contrato con Columbia, decisión que adoptó la cantante al no encontrarse conforme con los rumbos hacia los que dirigían su carrera. De esta forma firmó en 1967 con el sello Atlantic, siendo esta casa musical desde donde Aretha Franklin definiría para siempre la música soul.

Su primera canción lanzada en su nueva casa musical fue I never loved a man the way I love you, canción que rápidamente se transformó en un éxito y comenzó a sonar en las diferentes radios de la época. Sin embargo, su consagración total vendría de la mano de Respect, su propia interpretación del sencillo compuesto por Otis Redding en 1965.

Respect sería estrenada en 1967, en un momento en que las protestas contra la desigualdad racial se extendían por todo Estados Unidos, transformándose rápidamente en un himno que dio una luz de esperanza para todos los afroamericanos. Aunque si bien, como ha declarado la propia cantante, la canción no fue interpretada movida por una necesidad política, años después señalaría que todo lo que la canción transmitió era precisamente lo que buscaba.

“Era lo que los tiempos necesitaban”, señalaría en una entrevista con la revista Elle.

De hecho, durante febrero de ese mismo año, Martin Luther King le otorgó a Aretha Franklin un premio por su liderazgo gracias al éxito alcanzando por Respect, tras lo que ambos emprendieron una gira juntos.

Durante este tiempo, gracias a la gran influencia que comenzó a generar su figura como mujer y activista por los derechos de los afromericanos, en 1968 la cantante se convirtió en la segunda mujer afroamericana en aparecer en una portada de la revista Time. Este hecho, fue visto por entonces como la consolidación de su importancia como figura mediática.

Portada de la revista Time en1968.

Ya consagrada, durante una presentación en 1968 en el Regal Theatre de Chicago, Aretha Franklin fue bautizada con el título con el que pasaría a la historia. Luego de un rotundo silencio, el presentador Pervis Spann anunciaría el ingreso de la “Reina del soul”. Su papel estelar en la historia en la música ya había comenzado.

Siendo ya una monarca de la industria musical, Aretha lanzó y trabajó en diferentes discos de manera incansable durante toda la década de los 60, y sus conciertos, que la llevaron a girar una y otra vez por todo Estados Unidos, gozaban de la aclamación unánime de la critica y el público. Todo lo que quería era reinar, y lo hizo.

Fue así como, como ya durante los años 70, la cantante se caracterizó por su gran competitividad, siendo reconocidos son sus desaires con otras cantantes que amenazaban su posición como Roberta Flack y Barbra Streisand. Por entonces, ya poco quedaba de aquella tímida joven de Tennesse.

Convertida ya en una diva, la cantante comenzó a hacer gala de una personalidad arrogante y fría, a quien no le temblaba la mano para despedir y volver a contratar a personas que eran parte de su equipo al más mínimo error.

De hecho, una de las grandes historias que se popularizaron sobre su figura, señala que la cantante se presentaba siempre en el escenario junto a su bolso, el que llevaba cargado de dinero en efectivo. La costumbre, se dice que fue adquirida durante sus primeras presentaciones debido a que algunos promotores blancos solían estafar a los intérpretes afroamericanos, por lo que generalmente solicitaba que se pagase antes de salir al escenario.

Pese a que también cosechó cierta fama de tacaña, ella no escatimaba si el motivo se condecía con la lucha de los afroamericanos en su país. En 1970, se ofreció a pagar de manera voluntaria la fianza de la revolucionaria Angela Davis, quien había sido apresada bajo las acusaciones de conspiración y secuestro. Finalmente la fianza fue pagada por un agricultor llamado Rodger McAfee, debido a que Aretha se encontraba fuera del país, lo que le imposibilitaba realizar la transacción.

Más allá de aquellas anécdotas, lo concreto es que Aretha Franklin alcanzó la cima luego del lanzamiento de Respect, siendo muy importantes también dentro de su repertorio durante los siguientes años canciones como Baby i love you, Little prayer y Chain of fools.

Si bien siempre ha sido reconocida como la reina del soul, a comienzos de los años 80 y con una carrera más que consolidada a sus espaldas, la artista comenzaría a explorar, incluyendo en su repertorio hits que coqueteaban con la música disco, la que por entonces acaparaban gran parte de la atención del público. De esta etapa, tuvieron gran importancia canciones como Honey i need your love.

Clarence LaVaughn Franklin junto Aretha Franklin y su hermana Erma Franklin en 1971.

Estos años estuvieron marcados también por un gran golpe en su vida. Pasada la medianoche del domingo 10 de junio de 1979, Clarence Franklin recibiría dos disparos a quemarropa durante un intento de robo en su hogar. Por entonces, gracias al rápido traslado hacia un hospital de la ciudad de Detroit, se consiguió salvar la vida del padre de la cantante. Sin embargo, debido a las secuelas, jamás consiguió recuperarse del coma.

Finalmente, el padre de Aretha Franklin fallecería a mediados de 1984, coincidiendo a su vez con el año de su separación con su segundo esposo, el actor Glynn Turman. La cantante, quien no reconocía sus debilidades salvo su miedo a viajar en un avión, transformaba gran parte de su dolor en furia, emoción que acompañaba junto a sus patentes problemas de alcoholismo. De hecho, algunos de sus biógrafos han señalado que, durante el funeral, Aretha Franklin se peleó con sus hermanas al pensar que ellas querían entrar primero a la iglesia. Su carácter de diva era ya su estampa.

Últimos años y legado

Una vez llegados los años 90, la cantante lanzaría solo dos álbumes de estudio, What you see is what you sweat (1991) y A rose is still a rose (1998), siendo este último sus primeras aproximaciones hacia el r&b moderno y el neo soul.

Por entonces, comenzó a disminuir la frecuencia de sus presentaciones en vivo, aunque su legado la mantendría cosechando diversos reconocimientos hasta sus últimos días. Así, la cantante recibió, entre otra serie de distinciones, la Medalla nacional de las Artes por parte del presidente de los Estados Unidos, Bill Clinton y en 2005, la revista Rolling Stone la consideraría como la 9° Mejor artista de todos los tiempos. A su vez, durante toda su carrera, ganó 18 premios Grammy, siendo una de las cantantes femeninas que más estatuillas posee hasta hoy.

Sin embargo, pese al éxito y reconocimientos de los que gozó hasta el final de sus días, todos sus dolores los encerró dentro de un puño de hierro, y quizás solo eran exteriorizados cada vez que su legendaria voz comenzaba a cantar.

Así, la biografía Respect (2014), escrita por el afamado periodista David Ritz, suscitó tanto la furia de la cantante como la expectación mediática, ya que en él se retrataron gran parte de los motivos que determinaron su personalidad: la relación con su padre, los abusos vividos por parte de su primer esposo, así como sus difíciles primeros años junto a su familia.

“Aretha y yo tuvimos una monumental pelea en 2013 después de que yo decidiese seguir adelante y publicar esta biografía. La verdad es que no volvimos a hablar tras su publicación”, señaló David Ritz durante una entrevista sostenida con el medio El Mundo.

De cualquier forma, más grande sería la noticia que llegaría durante el 16 de agosto de 2018 y que conmocionaría a gran parte la industria musical y la sociedad estadounidense. Aquel día, Aretha Louise Franklin, la legendaria reina del soul de 76 años, fallecería en su residencia en Michigan producto de un cáncer de páncreas con el que llevaba batallando desde hace algunos años.

Su funeral fue casi tan grande como su legado, y a él llegaron diferentes figuras políticas y musicales, quienes se congregaron en el templo Greater Grace de Detroit, para despedir a una de las más grandes artistas de la historia del soul.

Sin embargo, incluso después de su fallecimiento, la artista seguiría anotando hitos en su historia. De esta forma, en 2019 se transformaría en la primera mujer solista en recibir el Premio Pulitzer Mención Especial de manera póstuma, según señalaron tras su nombramiento, “por sus aportes a la música y la cultura estadounidenses a lo largo de más de cinco décadas”.

Tras su muerte, Aretha Franklin no dejó ningún testamento escrito. Quizás, hasta sus últimos días, sería consciente de que el mayor bien ya lo había entregado en cada una de sus interpretaciones, las que resonarán para siempre en la historia de la música.

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