Euphoria: la fiesta infinita del éxito de HBO

Zendaya en el segundo ciclo. Fotos: HBO

Su debut causó un remezón en la TV en 2019, al abordar frontalmente la adicción a las drogas, las relaciones tóxicas y el sexo entre los adolescentes. Protagonizada por la megaestrella juvenil Zendaya, la serie terminó de explotar en popularidad este año, con el estreno de su segunda temporada, más oscura, audaz y también más proclive a la división de opiniones. ¿Cómo se explica su fenómeno? ¿Por qué es una historia irresistible no sólo para el público que retrata? Algunas respuestas, aquí.


El Super Bowl no pierde su estatura como el mayor evento televisivo del año en Estados Unidos. Por su profundo arrastre en la cultura yanqui, para nadie es deseable coincidir en fecha, ni menos en hora, con la cumbre del fútbol americano. Sin embargo, HBO no advirtió un problema en ello y lanzó a la batalla a una de las piedras angulares de su programación actual: como ocurre desde comienzos de enero, la noche del domingo pasado se estrenó un nuevo capítulo del segundo ciclo de Euphoria.

El resultado fue iluminador en torno al alcance de la serie: la emisión del sexto episodio vivió un alza en audiencia de un 20% respecto a la semana anterior y de un 45% respecto al promedio de su nueva temporada. Ese promedio, a su vez, hasta ahora ha aumentado en cerca de un 100% el rating que alcanzó su primera parte, en 2019. Lógicamente, la historia protagonizada por Zendaya no le ganó en sintonía a la tradicional cita deportiva pero vivió una jornada triunfal a pesar de ocupar la misma franja, y quedó excelentemente bien posicionada para batir marcas con el lanzamiento de los dos últimos capítulos.

¿Pero cómo logró expandirse con esa contundencia?

Escrita, producida y dirigida por Sam Levinson a partir de una serie israelí de 2012, la ficción marcó un remezón hace dos años y medio, cuando aterrizó como una nueva apuesta juvenil del canal detrás de Los Soprano y Game of thrones. Algunos la llamaron la nueva Skins, o la respuesta de HBO a 13 Reasons why (Netflix), pero Euphoria rápidamente se sacudió de cualquier referente. Explícita, descarnada, visceral, se inscribió como un nombre propio en el firmamento de las producciones televisivas de esta era.

La actriz al final de la primera temporada.

El abuso de sustancias de la volátil Rue (Zendaya) es la puerta de entrada a una exploración de la adolescencia que no se queda corta en ambición: en sus primeros ocho episodios fue posible encontrar apuntes sobre sexo, relaciones tóxicas, redes sociales, depresión y violencias en múltiples formas, envuelto en una estética capaz de conjugar la estilización y la crudeza. Y en el camino consiguió fascinar, aterrar y absorber de una manera que pocas series contemporáneas lo logran. Todo al mismo tiempo.

“Su éxito al incorporar esas ideas en el drama es mixto, los resultados a veces son atractivos, a menudo frustrantes”, reseñó The New York Times al ver su debut. Aunque predominaron los elogios (“hay sustancia en el guión para respaldar la indulgencia visual”, aplaudió The Guardian), la recepción inicial definitivamente no fue unánime.

Pero luego la producción encontraría luz en un momento inesperado. Mientras en 2020 otras series fueron canceladas por una combinación letal de tibia audiencia e inconvenientes asociados con la pandemia (GLOW, The society), y otras más exitosas enfrentaron grandes escollos para rodar nuevos episodios (Stranger things recién vuelve en mayo), Euphoria pareció robustecerse pese a la adversidad que desató la emergencia sanitaria en Hollywood.

En septiembre de 2020, Zendaya asombró al imponerse como la ganadora más joven del Emmy a Mejor actriz de drama. Fue el espaldarazo final de la industria a la requerida exchica Disney –también productora ejecutiva de la serie–, y una inmejorable vitrina que puede haber impulsado a que muchos descubrieran o finalmente le dieran una oportunidad a la ficción de HBO.

Hunter Schafer y Zendaya en el primer episodio especial.

Un par de meses después la historia creada por Levinson volvió con dos capítulos especiales que sirvieron para bajar un cambio y profundizar en Rue y en Jules (Hunter Schafer), la joven trans de la que la primera se enamora. Grabados en pandemia sólo con las actrices y un par de intérpretes más, esos episodios semejaron una necesaria pausa antes de volver a su agitado ritmo habitual.

La triada de acontecimientos favorables se completó con el lanzamiento de la plataforma HBO Max, primero en Estados Unidos (mayo de 2020) y luego en Latinoamérica (junio pasado). Con un servicio de streaming hecho y derecho, Euphoria tenía el soporte para terminar de convertirse en un fenómeno global.

“Estoy muy orgulloso de lo que Sam (Levinson) y Zendaya han hecho aquí porque es realmente convincente”, dijo esta semana Casey Bloys, director de contenido de HBO y HBO Max. “Siento que se ha puesto de moda y la gente quiere verla y es de lo que está hablando la gente. Ahora está en una situación en la que crece exponencialmente, lo cual es una buena posición para estar”.

Un regreso vertiginoso

“Sí, fue un viaje salvaje”, reconoce Heidi Bivens. Diseñadora de vestuario de Euphoria y de películas como Spring breakers (2012), la profesional concluye que la segunda temporada de la serie encarnó un reto mayúsculo.

Primero, los guiones que Sam Levinson había esbozado para el nuevo ciclo fueron desechados tras la pandemia (“hay muy pocas cosas que permanecen en la versión que estás viendo ahora. Las cosas que no sobrevivieron definitivamente necesitaban morir”, detalló Zendaya hace unos días), y luego, la creciente presión por satisfacer a los fanáticos con la continuación de las experiencias de Rue y compañía.

¿Se sintieron caminando por la cuerda floja al crear la segunda temporada? “Esa es una forma de decirlo”, dice entre risas Bivens a Culto. “Hubo momentos en los que este era el trabajo más difícil de mi vida. Obtienes los guiones a veces en el último minuto, (porque) la historia cambia en el último minuto, y tienes que reaccionar, tratas de atrapar la pelota”.

Luego de una apertura en que rindió un contundente homenaje al cine de Martin Scorsese (abordando el pasado de Fezno, el narcotraficante de la trama, junto a su abuela), el regreso de la producción presentó a Rue intentando ocultarle al mundo que recayó en su adicción a las drogas, la sombra que la acompaña desde que accedió a medicamentos cuando su fallecido padre estaba enfermo. Se lo oculta a su familia y a Jules, quien volvió al pueblo y a ser su pareja; en cambio, lo expone sin problemas ante Elliot (Dominic Fike), un nuevo amigo de ambas.

Aunque sigue siendo una serie coral y hay otras subtramas que demandan atención, el viaje de la protagonista durante la segunda temporada es descorazonador, culminando en el frenético episodio cinco, en que su consumo es revelado a su entorno de la manera más dura posible.

Heidi Bivens cuenta una anécdota: antes de que comenzaran a grabar el nuevo ciclo, Zendaya no estuvo de acuerdo con el vestuario menos luminoso que acompañaría al personaje durante este pasaje de la historia.

“Ella me preguntó por qué Rue iba a ocupar colores oscuros, luego de que en la primera temporada usara prendas elegantes, más brillantes, más alegres, más a la moda. Y yo realmente en ese momento no había articulado por qué estaba tomando la decisión que estaba tomando. Eso realmente había surgido de mi instinto”, explica.

Mi respuesta fue que Rue está pasando por muchas cosas esta temporada, que es muy intensa, y no me sentía cómoda poniéndola en atuendos de moda. Pensé que tal vez los jóvenes querrían emularla y vestirse como ella. Porque no estamos vendiendo un estilo de vida con Rue. Es un cuento de advertencia. Es un tema serio. Mi conciencia no se sentía bien al tratar de hacerla lucir a la moda. Cuando le expliqué eso, ella entendió de inmediato, y luego estuvimos de acuerdo por el resto de la temporada”, agrega.

Una vez que se empezaron a emitir los capítulos del nuevo ciclo, la propia actriz compartió en sus redes sociales un mensaje en que intentó recordarle al público el fin de la serie. “Sé que he dicho esto antes, pero quiero reiterarles a todos que Euphoria es para audiencias maduras. Esta temporada, tal vez incluso más que la anterior, es profundamente emotiva y trata temas que pueden ser desencadenantes y difíciles de ver. Por favor, solo mírala si te sientes cómodo”.

También lanzó una respuesta similar cuando hace unas semanas la ficción recibió críticas por parte del programa DARE (Educación para la Resistencia al Abuso de Drogas), que acusó a la serie de “glorificar y representar erróneamente el uso de drogas, la adicción y el sexo anónimo (…) y la violencia”.

Pero quizás este año los mayores reproches no han venido tanto de organizaciones preocupadas por su contenido, sino que desde los críticos, que le brindaron una respuesta algo más distante a este ciclo que al primero.

“Los nuevos episodios ofrecen escenas que son tan perspicaces o ingeniosamente presentadas que Euphoria puede sentirse en ese momento como una de las mejores series que ha producido la televisión en mucho tiempo. Luego, otras son tan exasperantes y autoindulgentes que pueden dejarte preguntándote si te gustaron las mejores partes. A veces, la misma escena puede evocar ambas reacciones a la vez”, planteó Alan Sepinwall, crítico de la revista Rolling Stone, englobando su sentir personal pero también el de un sector importante de los especialistas.

A saber: hasta ahora, la nueva tanda de capítulos ha vuelto más caótico todo incluyendo hasta dos triángulos amorosos y recargando la apuesta con secuencias de consumo de drogas, desnudos frontales y violencia. Algunos personajes han tenido un desarrollo menos suculento que en la primera temporada (Jules, Kat), otros secundarios han crecido en protagonismo (Cassie, Lexi), y se ha profundizado en las figuras que irrumpen como los villanos de la historia, Cal y Nate, padre e hijo.

Para aumentar la estilización visual, Sam Levinson filmó este ciclo en cine y no en digital, luego de que Kodak volviera a producir –a pedido exclusivo de la serie– Kodak Ektachrome, un tipo de película en 35 mm que estaba descontinuado. “Creo que durante la mayor parte de la segunda temporada siempre estuve buscando una manera de impulsar las imágenes”, revela Heidi Bivens desde su área.

Pero de algún modo esa apuesta más radical y ambiciosa es la que terminó de encumbrar a Euphoria como un éxito incontestable. Algún efecto debe estar causando la permanente alza en la carrera de Zendaya, el último año presente en tres cintas (Spider-Man: Sin camino a casa, Dune y Malcolm & Marie, del mismo creador de la ficción de HBO) y cada vez más apetecida por las marcas. En tanto, otros postulan que la producción funciona como un generador constante de memes, sobre todo en su actual encarnación. “Se han convertido en parte del texto de la serie, equilibrando los instintos autoparódicos de Levinson en un momento en el que el canal no lo hará”, argumentó Los Angeles Times.

Motivos más o menos atendibles, a la segunda temporada le restan dos episodios, uno llega este domingo y otro el domingo 27. Euphoria se adueñó del verano 2022 y ya tiene confirmado volver con un tercer ciclo.

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