Paul Verhoeven: “¿Para qué hacer una película si no vas a contar algo nuevo, inesperado, incluso perturbador?”

Foto: Lex de Meester

El director neerlandés retornó esta semana a las salas locales con Benedetta, su ambiguo acercamiento a las experiencias de una monja del siglo XVII con visiones divinas que fue castigada por su relación con otra religiosa. En conversación con Culto el autor de Bajos instintos y Robocop habla de la transgresión de su cine, de su idea de filmar una cinta sobre Jesús y del futuro de la industria. “La experiencia cinematográfica está en peligro: la pantalla grande se ha convertido cada vez más en un televisor o incluso en un celular”, dice.


Paul Verhoeven es el provocador que sacudió a Países Bajos y Europa entre los años 70 y mitad de los 80. También el extranjero que en Hollywood se las arregló para dar vida a algunos de los filmes más jugados de la década siguiente (hasta que salió por la puerta de atrás con El hombre invisible). Y, por cierto, es el viejo zorro que volvió al Viejo Continente para realizar películas incómodas que lo han devuelto a sus mejores días (El libro negro, Elle).

Una veta menos conocida del cineasta neerlandés (Ámsterdam, 1938) es la de alguien notablemente instruido en la vida de Jesús. El autor de Bajos instintos y Delicias holandesas fue miembro del Seminario Jesús, la entidad estadounidense que agrupaba a laicos y a doctos en estudios bíblicos en la investigación de sus hechos y dichos, y en 2007 concretó ese interés publicando el libro Jesús de Nazaret, en el que revisó su figura desde su particular perspectiva.

Fui ‘religioso’ durante unas tres semanas cuando, a los 26 años, pasé por momentos muy difíciles y pensé que Jesús podría ayudarme, por lo que entré a una iglesia pentecostal”, dice Verhoeven a Culto.

“Me tomó un par de semanas entender que estos sentimientos ‘sagrados’ no venían de Jesús, sino que de mí (¿algo neuropático?) y de la ‘hermosa’ música de órgano. El resultado de esta confrontación ‘religiosa’ fue que me interesé mucho en Jesús, pero de una manera histórica y humana: veo a Jesús completamente como ‘hombre’, no como un Hijo de Dios o Mesías”, explica.

Esa mirada, que detalla a este medio a través de correo electrónico, se filtra en Benedetta, su más reciente película, ya en cartelera de los cines chilenos. Aquí el director se enfoca en la vida de Benedetta Carlini, una monja del siglo XVII que ascendió hasta abadesa de un convento de una localidad de la Toscana y fue destituida y encarcelada cuando las autoridades eclesiásticas determinaron que había mentido respecto a sus visiones con Cristo, y que además había mantenido relaciones sexuales con otra religiosa, Bartolomea.

El libro que Verhoeven adapta, Afectos vergonzosos. Sor Benedetta: Entre santa y lesbiana (1986), de la académica Judith C. Brown, “es también la documentación más antigua del lesbianismo en la historia occidental moderna”, especifica el texto.

Estrenada en el último Festival de Cannes e incluida entre las diez mejores películas de 2021 según la revista Cahiers du Cinéma, la cinta muestra en detalle tanto las visiones divinas y eróticas de su protagonista (encarnada por Virginie Efira) como sus encuentros íntimos con Bartolomea (Daphne Patakia), revelándose como una desafiante exploración de la fe, la sexualidad y las sociedades patriarcales, a la que no le falta la acidez y el humor negro característicos del director de Robocop.

“La idea principal de hacer Benedetta era mostrar que Benedetta Carlini había construido un ‘Jesús personal’”, sostiene el cineasta. “He tratado de respetar su convicción: estoy seguro de que ella tuvo visiones y evoqué algunas de ellas en la película”.

-El filme es muy ambiguo respecto a si Benedetta es un fraude o alguien que debería ser considerada una santa. ¿Cómo decidió que la retrataría de esta manera?

La película Benedetta es deliberadamente “ambigua”. Puedes compararla con El vengador del futuro: la narrativa de ese filme también es doble. Eso era ciencia ficción, por supuesto, pero con Benedetta Carlini estamos hablando de un personaje histórico del siglo XVII en Pescia, Italia. El filme nos muestra, más o menos, lo que realmente sucedió alrededor de 1620. La narrativa del filme nuevamente es doble: Jesús se le aparece a Benedetta, le habla, la apoya, le da los estigmas, la eleva al cargo de abadesa del convento de las monjas teatinas, ¡y además promueve su relación sexual con Bartolomea!

O, en su defecto, ella manipula todo, se perfora las manos, los pies, el costado del cuerpo y, porque se olvidó, más tarde se agrega las heridas en la frente (causadas por la corona de espinas de Jesús). Ella quiere poder, lo consigue (debido a los estigmas) y se convierte en la nueva abadesa. Entonces obtiene una habitación separada (en lugar del dormitorio) que puede cerrar con llave y tener relaciones sexuales con Bartolomea. Sentí que –¡para una película!– era más interesante que el público decida por sí mismo: Benedetta fue una santa o una tramposa inteligente...

Mi interés por la “ambigüedad” y su uso en mis películas sin duda se basó en mi admiración por Rashomon (1950), de Kurosawa, donde el director utilizó cuatro “realidades” diferentes. Cada persona en la Tierra, sí, incluso cualquier animal, tiene su propio punto de vista sobre lo que sucede a su alrededor. Hay tantas realidades como seres vivos. Eso queda muy claro cuando estudias los juicios en los que con frecuencia hay testimonios muy diferentes entre los testigos de un delito.

-En 2016 Ud. dijo en una entrevista con Film Comment: “A medida que he envejecido me he interesado más en hacer cosas que van más allá de la norma”. ¿Cuál diría que es la “norma” en el cine actualmente? ¿Qué tan difícil es ser un transgresor hoy?

¿Para qué hacer una película –pasar uno o dos años en eso– si no vas a contar algo nuevo, algo inesperado, incluso perturbador o, para usar sus palabras, “transgresor”, que significa “ir más allá de los límites aceptables del gusto, la convención o la ley”? Siento que cada película que haces debería ser una aventura en la que no estás seguro del resultado final. Y no es que decidas ser “transgresor”. Es después, cuando el filme se estrena, que descubres que la gente lo ve como algo transgresor.

Sharon Stone en Bajos instintos abriendo las piernas no fue algo que pensáramos que fuera gran cosa, lo filmamos en diez minutos con tres personas alrededor, los actores ya se habían ido del set a pedido de Sharon. Pero ciertamente resultó ser “transgresor”... Todavía lo es...

Cambiar de marcha, hacer diferentes tipos de películas, sin pensar en la “transgresión”, es algo necesario para todos los artistas. Rembrandt hizo dibujos de mujeres orinando, o de él mismo teniendo sexo con su esposa. Stravinsky escribió una misa que fue criticada por la iglesia católica romana, porque había enfatizado las partes “incorrectas” (¡ellos nunca usan esa misa!).

Desafortunadamente, en los últimos 30 o 40 años, los estudios y otras compañías han tratado de evitar toda “transgresión”. Si algo “funciona” (financieramente), ¿por qué lo cambiarías, ya sea la nueva James Bond o el superhéroe de Marvel? Después de dirigir El hombre sin sombra, sentí que, finalmente, había caído en una trampa: había hecho una película que estaba dentro de la “norma”; toda “transgresión” había sido evitada amablemente. Así que volví a Europa, obligándome a mí mismo a regresar a lo “inesperado, subversivo y transgresor”: El libro negro, Elle y Benedetta.

-El estreno de Benedetta en salas es una especie de milagro, porque muchas de las nuevas películas de los más grandes directores de nuestro tiempo hoy llegan a plataformas de streaming. ¿Le preocupa el futuro del cine y la experiencia cinematográfica?

Sí, la “experiencia cinematográfica” está en peligro: la “Pantalla Grande” se ha convertido cada vez más en un televisor o incluso en la pantalla de un teléfono celular.

Hay una enorme diferencia entre ver Lawrence de Arabia y Doctor Zhivago, de David Lean, en una pantalla de televisión y en un cine.

La televisión está dictada por las “cabezas parlantes”, la toma larga ha desaparecido. El éxito de la película de Jane Campion El poder del perro se debe, en gran medida, a que ella trajo de vuelta la toma larga. En Benedetta también probé eso, y tanto yo como mi directora de fotografía, Jeanne Lapoirie, nos inspiramos principalmente en Iván el Terrible, de Eisenstein.

-Ud. sigue intentando hacer un filme basado en su libro sobre Jesús. ¿Definiría este proyecto como una continuación temática de Benedetta o lo compararía con alguna de sus otras películas? ¿Estaría dispuesto a hacerlo como una serie de televisión?

Indudablemente, no como una serie de televisión. Pero tampoco como Ben-Hur, Rey de reyes, etc.

Se trataría de un hombre que mandó a sus discípulos a vender sus abrigos y usar el dinero para comprar una espada (Lucas 22: 36-38), un hombre que dijo: “Si no aborrecen a su padre y a su madre, a sus hermanos y hermanas, no podéis ser mis seguidores” (Lucas 14:26). Un hombre que viajaba, es decir, caminaba, de pueblo en pueblo con sus discípulos, apoyado por mujeres (que lavaban, hacían la comida y probablemente ofrecían “divertimento” sexual), de vez en cuando deteniéndose en pausas para orinar y hacer caca.

Probablemente, un grupo de unas 20 personas que huyeron a Tiro y Sidón, bordearon el lado este del Mar de Galilea (un lago, de hecho) hacia Jerusalén, donde Jesús pensó que se presentaría el Reino de Dios. El que no llegó. Y finalmente él, y probablemente otros diez sublevados, fueron crucificados.

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