La cueca chora de Roberto Parra que inspiró a Los Tres

Roberto Parra Sandoval. Foto: Luis Poirot

El portentoso músico autor del jazz “guachaca”, hermano de Violeta y Nicanor, retrató como pocos la vida de la gente con más necesidades que comodidades en el Chile del siglo pasado. A finales de los 80, su amistad con el músico Álvaro Henríquez daría inicio al rescate de un folclorista tan singular como ignorado, emblema de una identidad nacional extraviada.


Se conocieron en 1988, cuando el director teatral Andrés Pérez decidió llevar a las tablas su obra La Negra Ester, un musical autobiográfico escrito en décimas por el folclorista Roberto Parra Sandoval en 1971.

La obra estaba ambientada en el puerto de San Antonio, en la década del 40, y contaba el romance entre Ester, una prostituta, y Roberto, un cantor.

El primer encuentro entre el autor de “El chute Alberto” y Álvaro Henríquez Pettinelli tuvo lugar en la casa del antipoeta Nicanor Parra, en La Reina, cuando la voz de Los Tres era apenas una promesa y Roberto Parra un ignorado.

“Para una generación que había crecido con bandos militares y Estado de sitio y excepción, la cueca era todavía un símbolo patronal y castrense”, cuenta una crónica de los periodistas Marisol García y Juan Cristóbal Peña publicada en Rolling Stone el año 2005, “Chile todavía caminaba bajo órdenes, a paso lento y provinciano, y se hacía difícil imaginar que surgiría algo como MTV; y menos, que en esa impensada MTV el grupo de Álvaro Henríquez llegaría a tocar cuecas de Roberto Parra”.

Aquella tarde en La Reina, Roberto Parra fue al grano:

—Así que usted toca guitarra, ¿a ver? —dijo el folclorista.

Henríquez, que todavía no publicaba su primer disco con Los Tres, no se hizo de rogar y tomó la guitarra de palo.

Entonces Parra, que escuchaba atento, arqueó las cejas y con poco dijo mucho:

—A ver, otra —desafió.

Sería el comienzo de una relación fraguada alrededor del montaje de La Negra Ester, donde uno figuraba como dramaturgo y el otro de músico. Una amistad a todas luces decisiva para el sonido chileno de los años 90: Parra había inyectado su ADN de cuecas choras y jazz guachaca al líder de Los Tres, quienes agitarían esa música como bandera de una identidad nacional extraviada.

“Como yo era el guitarrista de la obra, él se acercaba a mí y me decía: ‘Eso no se toca así’. Me enseñaba, y yo, mientras eso no saliera igual que lo que él me había pedido, no descansaba”, contó Henríquez a Rolling Stone.

roberto parra

La vida que yo he pasado

La relación de padrinazgo entre Parra y Henríquez, forjada a fines de los 80, será vital para la difusión de la obra del folclorista en la década siguiente.

En 1995, por ejemplo, Los Tres publicaron su MTV Unplugged, una presentación grabada frente a las cámaras de la cadena multinacional en Miami, en donde el grupo de penquistas interpretó canciones del “tío Roberto”, demostrando ante el mundo del rocanrol que en Chile el blues tiene código de cueca.

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