El diagnóstico de Spotify para Chile: “Santiago es la ciudad que más consume reggaetón en el mundo”

Bad Bunny, el más escuchado del año entre los ususarios locales de Spotify.

Roberta Pate, ejecutiva de la compañía en Latinoamérica, detalla a Culto los cambios en los hábitos musicales en pandemia, las características de los usuarios locales y la apuesta de la plataforma por los podcasts y los artistas emergentes.


En un mundo confinado y entregado a las posibilidades que entrega la tecnología, en el que casi toda la experiencia cotidiana se reduce a lo que ocurre entre cuatro paredes y dentro de una pantalla, las plataformas de streaming parecen gobernar como nunca antes los hábitos y conversaciones de la humanidad. Bien lo saben quienes trabajan en Spotify, la aplicación de reproducción de música por excelencia y la más popular del planeta, que en estos seis meses de pandemia han seguido con atención -e información de primera mano- los cambios en las vidas de sus cerca de 300 millones de usuarios en el mundo.

En una realidad sin conciertos, condicionada por el teletrabajo y las salidas restringidas, el consumo musical sufre alteraciones. Crecen géneros como la música ambiental y la infantil, disminuyen las escuchas “de trayectos” y se disparan las listas de canciones para cocinar. Spotify -que vio un aumento de 8 millones de suscriptores premium en el segundo trimestre 2020- responde con nuevas funciones para la vida doméstica, una reforzada apuesta por los podcasts y una inédita opción para que la gente done dinero a los artistas. El esfuerzo editorial, explican, es ofrecer a los usuarios contenidos para momentos que antes no existían.

“La pandemia no es buena para nadie. El consumo está saludable pero hay otros desafíos en los que debemos trabajar para mejorar la situación de la comunidad artística. En resumen, lo que hemos visto es que la música es algo esencial para los usuarios en momentos difíciles”, sintetiza Roberta Pate, directora del área de Artist & Label Partnerships (Artistas y sellos) para América Latina, que funciona como nexo entre la industria y la plataforma en la región. En simple, la ejecutiva brasileña lidera un equipo que sigue con atención los hábitos de los oyentes y determina, en gran medida, lo que éstos encuentran al ingresar a la aplicación cada día.

En ese sentido, Pate destaca algunas tendencias detectadas en Chile y la región durante la era Covid-19, como el auge de la música para relajarse y cómo los mismos usuarios crean listas para acompañar las labores domésticas. “Las personas están escuchando cada vez más música alrededor de un estado de ánimo, para calmarse un poco. La música infantil también, ahora que los padres están en casa”, cuenta.

Denise Rosenthal fue la “artista Radar” de la plataforma para el Cono Sur el mes pasado.

Algo similar ocurre con los podcasts, una de las grandes apuestas de la compañía este año, sumando nuevo contenido original y funciones para almacenarlo. “Antes se escuchaban más en las horas de tráfico, camino al trabajo, pero ahora se escuchan en otras horas del día”, detalla la ejecutiva. A nivel local, los programas más exitosos actualmente son Tomás va a morir y Matrialcalmente hablando, entre otros.

Enterada en detalle de la realidad chilena, Pate desmitifica algunos supuestos, como lo pequeño que puede ser el mercado local. “Chile es el mercado número cuatro de Latinoamérica, no sólo de Spotify sino que de todo el mercado de música”, asegura. De paso, confirma un dato duro: “Santiago es la ciudad que más consume reggaetón en el mundo, entonces Chile sí está en mapa y para nosotros es un mercado muy estratégico”, sentencia.

Tomando en cuenta un Top 50 local monopolizado hace años por artistas como Bad Bunny, Karol G o J Balvin, ¿hay vida más allá del género urbano? “En streaming hay espacio para todos”, asegura. “Hay otros géneros que estamos trabajando, como el rock chileno, la cumbia y todas sus vertientes y la cueca, que también tiene su playlist”, añade.

Radar y donaciones

Diversificar y democratizar la oferta de la plataforma es uno de los desafíos autoimpuestos de la compañía sueca. Esto, en medio de reportes como el presentado este mes por la agencia estadounidense Alpha Data, que indica que el 90% de las reproducciones en streaming pertenecen solo a un 1% de los artistas.

“Esa cifra ha ido cambiando. Los números de artistas que representan la gran mayoría de los streams ahora es más democrática y creció un 43% en los últimos 5 años”, dice Pate, quien destaca la actual paridad del soporte -50% para artistas masculinos y femeninos- e iniciativas como Radar, un programa global lanzado por Spotify en marzo para potenciar y acompañar el desarrollo de artistas emergentes. A nivel regional, chilenos como Harry Nach y Denise Rosenthal han sido parte del proyecto. “Hacemos también una inversión en márketing para esos artistas, para presentarlos a una audiencia que sea nueva para ellos”, explica.

Asimismo, la ejecutiva subraya los buenos resultados que ha tenido en el Cono Sur su Fondo para Artistas, una iniciativa que desde agosto permite a los usuarios chilenos aportar directamente a artistas afectados por la pandemia. Todo esto, además, en medio de las críticas que ha recibido la compañía por parte de estrellas anglo por sus tasas de pago.

“Hace tiempo que no son cuestiones que los artistas de la región hayan reclamado. Aquí desde el principio los artistas recibieron el streaming de una manera muy positiva, como una oportunidad y una transición. Pero estamos siempre abiertos a mejorar la plataforma y a entender estas situaciones”, dice.

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