"What a wonderful world": Louis Armstrong y un himno a la felicidad

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En 1967, en medio de una década especialmente agitada para EE.UU, un veterano Louis Armstrong lanzó la canción que más se asocia a su figura, que como un contrapunto de los convulsionados días de contracultura y guerra de Vietnam, ofrecía una visión optimista de la vida.


Los convulsos sesentas comenzaban a quedar atrás. En Estados Unidos fueron años en que se desataron tensiones que se acumulaban en la sociedad desde hace décadas. En ese plano se desarrolló la lucha por los derechos civiles de los afroamericanos. Casos como los disturbios ocasionados por el ingreso del primer joven de color, James Meredith, al sistema universitario, o el llamado "boicot de los autobuses" protagonizado por Rosa Parks, marcaron una era en que la violencia se hizo particularmente visible: la guerra de Vietnam, la tensión internacional con la URSS, y las impactantes muertes de personalidades como el Presidente John F. Kennedy (y la de su hermano, el senador Robert Kennedy), Martin Luther King, entre otros, habían puesto en entredicho el "American dream".

Por ello, el optimismo aparecía como una opción artística que no parecía del todo sosa en la época. El hippismo, había planteado una particular visión de la sociedad, a partir de una espiritualidad alternativa, el uso de las drogas, el pacifismo y la vida en comunidad. Su correlato musical se manifestó en ciertos exponentes que recogieron el ánimo bucólico y espiritual de esos días. "If you're going to San Francisco/Be sure to wear some flowers in your hair", cantaba Scott McKenzie, en "San Francisco", una de las canciones que marcaron el llamado "verano del amor", de 1967, en que miles de melenudos aventureros llegaron a California desde distintas partes del país, vistiendo llamativas ropas de colores. Por cierto ello motivó la preocupación de compuestos padres y autoridades locales.

Justamente en medio de esos días, en que EE.UU parecía enfrentarse a sí mismo, dos compositores, Bob Thiele y George David Weiss, escribieron una canción que ponía el foco en las cosas buenas de la vida. "What a wonderful world", le llamaron. Cuando empezaron a pensar en un intérprete, primero se la ofrecieron a Tony Bennet, quien la rechazó. Pero no se desanimaron. Poco tiempo después, consiguieron que otra figura de la canción la aceptara; se trataba del trompetista y showman, Louis Armstrong.

Por entonces, "Satchmo", era uno de los artistas más populares del país. Fumador habitual de marihuana, melómano obseso y entusiasta consumidor de laxantes para mantener su peso, él aparecía de manera habitual en los medios, especialmente en la televisión. Algunos le acusaban de ser insensible a la discriminación y que se "blanqueba" para lograr aceptación del público, que le identificaba con su trompeta, su pañuelo y su enorme sonrisa. Pero él, nacido en 1901, había conocido la segregación en su Nueva Orleans natal, donde consiguió surgir gracias al apoyo de una familia de inmigrantes judíos lituanos para quienes trabajaba.

Es por esa historia, y el sentido que tenía en la época, que el escucharle cantar líneas como "Veo árboles de color verde/también rosas rojas/Las veo florecer/para ti y para mí", resulta especialmente conmovedor.

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La portada del single "What a wonderful world"[/caption]

Aunque había ganado fama con el dixieland, durante los "locos años 20", para los 60' era un artista que mantenía cierta vigencia. En 1964 consiguió el número uno de ventas con la canción "Hello, Dolly", con la que incluso logró algo que parecía difícil: destronar a los Beatles de la cima de los rankings. Armstrong era todavía respetado como cantante y por su gran técnica en la trompeta y la corneta, este su primer instrumento. "En la trompeta de jazz, no hay nada que no venga de Louis", apuntó alguna vez el mismísimo Miles Davis, otra de las glorias del género.

Curiosamente, cuando la canción salió al mercado no logró el éxito. No alcanzó a vender ni siquiera mil copias. Aunque en ello tuvo que ver el hecho que Larry Newton, jefe de ABC Records, no le gustó y decidió no promocionarla. Era muy "old fashion" para su gusto, y estaba muy lejos de la estridencia lisérgica del rock psicodélico. Además, con 66 años, Armstrong era un veterano, lo que a veces no se avenía con los criterios de la industria.

Sin embargo, el tema fue un gran éxito en el Reino Unido, alcanzó el número uno por cuatro semanas y se convirtió en uno de los singles más vendidos de 1968, aunque la gloria de tener el best selling del año se la llevaron, como no, los Beatles con "Hey Jude". De todas formas, la canción convirtió a Louis Armstrong en el hombre de más edad en entrar en la lista de singles del Reino Unido. Tom Jones más tarde rompió este récord en 2009.

Pero bastarían algunos años para que la canción entrase de forma definitiva a la cultura pop. Posiblemente por su letra evocativa, y la emocionante interpretación de Armstrong, ha sido incluida en varias películas, como Good morning, Vietnam (1987), Doce Monos (1995), ¿Conoces a Joe Black? (1998), entre otras.

https://www.youtube.com/watch?v=CWzrABouyeE

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