The Disaster Artist: De artistas y sus desastres

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La cinta de Franco nunca logra llegar al alma de sus personajes, así como nunca logra demostrar un absoluto nivel de entrega y compromiso. Algo que en The room sobraba.


En 1994 Tim Burton, por entonces uno de los directores más aplaudidos de Hollywood, estrenaba Ed Wood, donde relataba la vida de uno de los peores directores de cine y cómo llegó a realizar Plan 9 del Espacio Exterior, considerada como "el ciudadano Kane" del mal cine. El tiempo pasa y así como ahora a nadie le interesa mucho lo que Tim Burton hace o dice, tampoco nadie recuerda demasiado Plan 9. Las modas cambian pero la historia tiende a repetirse. Ahora el título de peor película fue concedido a The room, estrenada en 2003 y dirigida por el enigmático Tommy Wiseau. La cinta es un desastre en todo sentido. Mal actuada, mal escrita y peor dirigida, fue una producción repleta de problemas, los cuales fueron plasmados en The disaster artist, hilarante libro escrito por Greg Sestero, actor de The room y el mejor -y quizás único- amigo de Tommy Wiseau.

James Franco, actor y prolífico director, toma como base el libro de Sestero y realiza la cinta homónima, protagonizada por él mismo en el rol de Wiseau, mientras que su hermano, Dave Franco, toma el personaje de Sestero. Aquí contemplamos el nacimiento de una amistad, la lucha por alcanzar los sueños, el origen de una película, los problemas durante la filmación y el resultado final.

The disaster artist, obra maestra se puede apreciar mejor si se ha visto la infame The room. Los mejores momentos se encuentran en las recreaciones de las escenas más clásicas de esa película. James Franco está perfecto como Wiseau, merecido Globo de Oro como actor, y logra una personificación calcada, y a ratos dolorosa, de un tipo que posee mil caretas, que se avergüenza de su origen (¿Europa del Este?), de su edad y que no entiende ni sabe acerca de la verdadera amistad.

Así como la fascinación de Tim Burton por Ed Wood era palpable en cada fotograma, Franco demuestra también que adora a su sujeto de estudio; la principal diferencia radica en que Franco como director no posee la misma agudeza ni la imaginación que alguna vez demostró Burton. Su cinta, si bien correcta y amena, no posee la misma energía ni sinceridad que la de 1994. De hecho, a ratos pareciera que tampoco tiene la misma energía ni sinceridad que The room, porque, aceptémoslo, por mala que sea, nadie puede negar la absoluta espontaneidad, ingenuidad y delirio de sus imágenes. Fue un proyecto realizado con pasión y honestidad, aunque su resultado fue calamitoso. En cambio, la cinta de Franco es más cuidada, pero nunca logra llegar al alma de sus personajes, así como nunca logra demostrar un absoluto nivel de entrega y compromiso. Algo que en The room sobraba.

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